El joven Nahel M., cuya muerte a causa del disparo de un policía al intentar huir de un control policial ha causado una oleada de disturbios en Francia, será enterrado este sábado en Nanterre, la localidad de las afueras de París donde vivía y donde ocurrieron los hechos.
«Hay que seguir acompañando a esta familia, esta mamá que va a enterrar a su hijo mañana», dijo el alcalde de Nanterre, Patrick Jarry, en declaraciones a la prensa a la salida de una reunión con la primera ministra, Élisabeth Borne, en París.
Jarry admitió que hay un sentimiento de «injusticia» que reina en muchos lugares de su ciudad y de otras, no sólo por la muerte del joven de 17 años de ascendencia magrebí, sino también por las desigualdades socioeconómicas.
Pero también subrayó la «tristeza» y la «desolación» de los habitantes por la «violencia y los destrozos» que se han venido sucediendo desde hace tres días.
Consultado sobre si hacía falta declarar el estado de emergencia, el primer edil se mostró prudente y pidió «salir juntos de esta espiral de violencia» y entrar en una «lógica de desescalada».
La del jueves al viernes, fue la tercera noche consecutiva de manifestaciones violentas. Cerca de 300 policías y gendarmes fueron heridos y se efectuaron 875 arrestos. También fueron atacados 492 edificios públicos y 2.000 vehículos resultaron incendiados.
Esta mañana se celebró una reunión de crisis encabezado por el presidente Emmanuel Macron, quien en una comparecencia posterior pidió a los padres «responsabilidad» para que sus hijos no participen en los disturbios.
Macron justificó ese llamamiento haciendo notar que un tercio de las personas detenidas en los tumultos son menores de edad e instó también a las plataformas que gestionan las redes sociales a que asumen su parte de responsabilidad. EFE