Una vez más la campaña electoral nos demuestra que las organizaciones políticas no tienen cuadros formados y preparados para liderar. Varias de las estrategias de campaña intentan vender a los candidatos como si fueran productos. Es un error considerar por igual a todos los ciudadanos, quienes manejan las campañas electorales deberían entender que hay públicos objetivos distintos, con diversas preocupaciones y necesidades y por lo tanto que esperan propuestas diferenciadas de los candidatos.
Los mensajes de las campañas deben ser mucho más segmentados y estar basados en necesidades y problemáticas de cada uno de los grupos objetivos. Es inocente creer que harán campañas que eduquen al votante. Sin embargo, una campaña no es suficiente para conseguir modificar sustancialmente la cultura política de una sociedad.
Los candidatos han demostrado no conocer al votante y por lo tanto no conocer sus problemas. Las campañas están vacías de propuestas tangibles, viables y confiables. El binomio que convenza al electorado en estas elecciones anticipadas es aquel que demuestre que puede mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Para conmoverlos los binomios presidenciales deben crear mensajes y discursos que toquen sus fibras más sensibles. (O)