Han pasado 20 años de la primera publicación de una joya de la literatura infantil, y como toda obra de calidad, el tiempo no ha le hecho mella.
María Fernanda Heredia, regaló a sus hermanas y a los niños y niñas del mundo un relato sencillo, sincero, hermoso, con el que grandes y chicos nos identificamos.
Es una historia de amor y complicidad, en la que cada lector se siente el personaje; los niños se ven representados y los adultos volvemos a ser niños.
Es un libro para ver, tocar, admirar, que más allá de los textos, tiene colores e ilustraciones que nos invitan a meternos en sus páginas, para encontrarnos y a las hermanas –o hermanos- que incordiamos tanto como las amamos.
Hoy se presenta la reedición en Quito, ojalá se lo hiciera en Cuenca, para tener cerca a la autora, un ser humano lleno de talento, entrañable y cercana como las historias que nos regala.
Que se publiquen muchos miles de ejemplares más, para alegrar la vida de niños de todas las edades.
¡Chapó! y gracias María Fernanda. (O)
