Es conocida la costumbre de esta enorme ave que, cuando se encuentra frente a un peligro o situación difícil, cava con su pico un agujero en la tierra y mete en él su cabeza, intentado desentenderse del problema en lugar de afrontarlo, costumbre que, para el caso del IESS y algunos otros graves y crónicos males del país, bien podría motivar una comparación entre las aves del cuento y los gobiernos, y la clase dirigencial del país.
Lo que sucede ahora es que, irremisiblemente, nos encontramos a las puertas de un colapso financiero en el sistema de pensiones del IESS, colapso que se ha venido anunciando desde hace varios años por voceros de distintos sectores, excepto en la década del correísmo en que se llegó a pregonar como cierta una bonanza económica del IESS, se intentó hacer desaparecer 2.500 millones de dólares de la deuda del Estado con el IESS, se suspendieron los pagos del 40% del aporte estatal para el fondo de pensiones y, como para sellar con “broche de oro” la suerte del Instituto, se incrementó de 10.000 a 38.000 su número de empleados. Quedan en este momento dos opciones: o se emprende con seriedad y verdadero compromiso social en las reformas planteadas por la comisión a la cual encargo el actual gobierno el diagnóstico y el plan de acción ante la crisis del sistema de pensiones o como ya lo han anunciado ciertos dirigentes sindicales, nos unimos a la actitud de las avestruces, bloqueamos cualquier reforma bajo la desteñida bandera de la conculcación de derechos y nos sentamos en los graderíos para espectar el hundimiento de la seguridad social en el Ecuador. ¡Y no vamos a tener que esperar mucho!
No estamos defendiendo a ultranza las propuestas de la comisión, pero creemos que merecen discutirse con sentido práctico y técnico. Creer que sin modificar el número de años y el monto de las aportaciones, se puede resolver el financiamiento de las pensiones jubilares, lo vemos muy difícil. Y, peor aún, si como lo pregonan ciertos sectores sociales partidizados, adicionalmente tendríamos que declararle la guerra a los EE.UU. y designarle Sumo Pontífice a don Maduro. (O)