El Centro Histórico de Cuenca posee centenares de hermosas edificaciones patrimoniales, obras de arte, vestigios arqueológicos y manifestaciones culturales que configuran nuestra identidad. Estos atributos singulares fueron reconocidos con dos declaratorias: Patrimonio Cultural del Ecuador en marzo de 1982 y Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en diciembre de 1999.
Particularmente, el Barranco de Cuenca, a lo largo del río Tomebamba, es uno de los conjuntos monumentales más importantes en el orden paisajístico, arquitectónico, histórico y cultural que delimita el sur del Centro Histórico. Fue declarado como sector emblemático y de prioridad de la ciudad en el año 2001 por el Concejo Cantonal.
El ser Patrimonio de la Humanidad sumado al gran esfuerzo realizado por centenares de cuencanos, restaurando y embelleciendo sus viviendas y edificaciones, han sido factores determinantes para el arribo de miles de turistas nacionales internacionales durante todo el año, a pesar de las limitaciones de comunicación terrestre.
En este contexto, resulta comprensible la gran preocupación expresada por profesionales arquitectos y voces ciudadanas, debido a las numerosas actuaciones urbanísticas que se vienen dando en la zona del Barranco, Paseo Tres de Noviembre, las cuales no precautelan el valor ambiental y paisajístico de este ícono de valor excepcional.
El Arq. Honorato Carvallo, destacado proyectista y docente universitario, explica que cuando se declaró a Cuenca Patrimonio Cultural de la Humanidad, a la ciudad ya no le faltaba ni le sobraba nada en el orden arquitectónico-cultural, por tanto, las eventuales nuevas intervenciones debieron haberse realizado con total cuidado y atención del entorno. Sin embargo, varias edificaciones no integran, más bien distorsionan y restan calidad patrimonial.
El «elefante» de cinco pisos ubicado en la subida de Todos Santos y el Paseo Tres de Noviembre, a pocos metros del Parque ancestral Pumapungo, expresión de la convivencia de las tres culturas: la española, la cañari y la inca, tapa torpemente las visuales del sector, siendo el colofón de una cadena de errores de la Dirección de Áreas Históricas con sus polémicas aprobaciones.