El costo de haber ejecutado el proyecto tranviario representa para Cuenca, para su Municipio, un verdadero dogal.
La ciudad se endeudó con Francia en USD 51 millones. Corresponde a la contraparte. El resto del costo del proyecto corrió a cargo del Estado.
Su obligación es pagar esa deuda en diez años mediante cuotas semestrales de USD 2,6 millones aproximadamente.
Ha desembolsado USD 15, 6. Queda pendiente USD algo más de USD 35,4 millones. La Municipalidad debe sacarlos de su presupuesto, de alguna manera sacrificando la obra pública. ¿De dónde más?
Cuando está por irse, el presidente Guillermo Lasso trata de cumplir su promesa de campaña: asumir los pasivos y el subsidio.
Durante su reciente visita a la ciudad comprometió, mediante decreto ejecutivo, una cuota por USD 2’684.610 millones. Resta conocer si el Ministerio de Finanzas lo concretará.
Se ha hablado, y mucho, de los pro y contra de haber ejecutado tan polémico proyecto de movilidad, uno de cuyos pilares, la integración con los buses, aún está en veremos.
Aquellos dos sistemas de transporte compiten entre sí. Inconcebible.
Hay otros problemas derivados de la puesta en operación la ruta tranviaria. Los tranvías necesitan mantenimiento desde hacía mucho tiempo. Los repuestos deben comprarse en Francia.
Es más, los costos de operación superan con creces a la recaudación por pasajes y venta de publicidad.
El subsidio de los pasajes es cosa seria y, como tal, el proyecto no es sustentable por sí solo, peor rentable, si bien este no es el propósito.
Los subsidios son temporales y enfocados a quienes en verdad los necesitan. Este es su objetivo, pero impracticable por su connotación política. De esto lo conoce todo el Ecuador cuando se intentó retirar o focalizar los de los combustibles.