A propósito de las encuestas que se está publicando en el marco de la actual campaña electoral, previo a las elecciones del 20 de agosto, es pertinente distinguir entre aquellas encuestas verdaderas, que son utilizadas como una técnica cuantitativa para la investigación científica de la realidad; y, aquellas falsas, que son usadas como un simple instrumento para distorsionar la realidad.
En el primer caso se trata de una técnica cuya aplicación requiere el uso de una metodología adecuada en la selección de la muestra y en el diseño de las preguntas, la supervisión en su aplicación, y un análisis riguroso y objetivo de sus resultados. En el caso de las encuestas electorales, la objetividad y la validez de sus resultados están atadas, además, a la independencia que una encuestadora mantenga con respecto a los intereses políticos y electorales en pugna, y sobre todo a la ética con la que actúe.
En el caso de las otras “encuestas”, están no son sino remedos de encuestas, fabricadas para forzar a que la realidad se adapte al punto de vista o al interés de la “encuestadora”; lo que en caso de las “encuestas electorales” puede llevar, incluso, simplemente a la tarea de construir cuadros con datos que favorezcan a las organizaciones políticas o a los candidatos que han pagado por ellas. En este caso, entonces, dichas “encuestas electorales” se convierten en meros instrumentos de manipulación política y de propaganda electoral, y por lo tanto en parte de una farsa y en una expresión de la ausencia de ética que caracteriza en gran medida a la práctica política en el país.
Si bien en Ecuador hay algunas encuestadoras independientes y serias, en la actual campaña electoral también han asomado aquellas “encuestadoras” y pseudo encuestadores que, en función de favorecer electoralmente la imagen (cuestionada en algunos casos) de algún candidato, se dedican a publicitar datos reñidos con la realidad objetiva; con lo cual no sólo se miente, sino que se termina rindiendo tributo a una forma de hacer política sin escrúpulos y basada en el engaño.
Los resultados que se darán luego de la jornada electoral de 20 agosto permitirán evidenciar, una vez más, saber que encuestadoras se acercaron a la realidad y cuales sólo hacían campaña electoral. (O)