El hombre vive en el mundo real, pero tiene la capacidad y la tendencia a soñar en otro mundo. Creo que una de las diferencias entre el hombre y los monos, es que los monos están simplemente aburridos, en tanto que el hombre posee aburrimiento más imaginación.
Todos nosotros soñamos. En este mundo todos sueñan con ser alguien, en tanto que se alguien no sea él mismo. Este rasgo humano se debe a nuestro poder de imaginación y capacidad de soñar.
Todo niño tiene un alma que ambiciona, y lleva un anhelo aún en su ropa y se va a dormir con él, esperando encontrar su sueño hecho realidad cuando despierta en la mañana.
Algunos de nuestros sueños de niños fueron más claros que otros, y tenían una fuerza que exigía su realización; en cambio cuando llegamos a la mayoría de edad; nos olvidamos de los sueños menos claros, y todos vivimos a través de la vida tratando de contar esos sueños de nuestra niñez, y a “veces morimos antes de encontrar su lenguaje”.
Las naciones tienen sus sueños y el recuerdo de ellos persiste a través de generaciones y siglos; algunos de éstos, son sueños nobles y otros malignos e innobles.
Hay buenos sueños como los de un mundo mejor, de menor crueldad, injusticia, pobreza y sufrimiento; y de naciones que vivan en paz unas con otras; desafortunadamente los malos sueños tienen a destruir a los buenos, existiendo una lucha constante entre ellos.
En esta nueva y difícil etapa de vida para nuestro país, impongamos serenidad a nuestro espíritu, no renunciemos nunca a nuestra libertad y dignidad, luchemos por mantener la esperanza de días mejores para el Ecuador, pero dentro de un marco de verdadera democracia y respeto mutuo
Aprendamos a vivir en paz, dejemos de caminar en medio de aturdidos fragmentos de un mundo que perece en llamas.
Si purificamos nuestros sueños, podemos ver el mundo con los ojos de Dios y captar los secretos del más allá, a través de nuestro pensamiento.
La libertad, la dignidad, el saber y el entendimiento son los fieles compañeros de la vida, que nunca nos serán desleales, y cuando los llevamos con nosotros, son los mayores tesoros que podemos poseer.
La verdadera luz en todo su esplendor se proyecta en nuestro interior, para permitirnos descubrir lo más grande, lo más valioso, lo incomparable que existe entre nosotros: la espiritualidad. (O)