Presley Norton, arqueólogo, académico, precursor del primer canal del Ecuador, científico
actualizado y periodista polémico fue quién bautizó al país de Absurdistán, porque veía que en
él se daban fenómenos inverosímiles, tan absurdos como aquel sentenciado por el doctor
Andrés F. Córdova de que “en política es posible tostar granizo”.
Miren los matrimonios pasionales entre las extremas derecha e izquierda para captar el poder;
adviertan la expulsión a 137 asambleístas por ineptos e inmorales, misteriosamente reelegidos
43, quienes sin honor ni pudor declaran seguir con el mismo accionar; cómo un candidato con
mayor opción a ganar el balotaje fue asesinado por odio y venganza implantado en la política:
mientras unos culpaban al populista vengador, éste a la derecha, faltando que en el albañal de
la justicia falle por suicidio. ¡Todo es posible!
La dicotomía ideológica entre derecha e izquierda vengo de escuchar desde mi vida
universitaria, en donde no cabía un diestro en sus predios. Saturado de discursos de frenéticos
profesores y estudiantes, también respaldábamos esta orientación. Más tarde, estudiando en
el pensum de estudios al marxismo y sus vertientes y sobrellevando terribles experiencias de
gobiernos dictatoriales, neoliberales y populistas, el convencimiento fue mayor.
Las palabras derecha e izquierda de tanto pronunciar se tornaron prosaicas y dogmáticas, al
punto que su separación se practicó conforme iban los vientos electorales. Para captar la
aceptación del pueblo, los políticos tachaban de extremistas a los representantes de cada
bando para dejarlos fuera de sol y sombra, mientras ellos decían pertenecerse al
centroderecha o centroizquierda.
Abandonar la categorización de izquierda o derecha es casi imposible, porque la misma
naturaleza cósmica y humana se rige por estas significaciones intrínsecas a las cosas y los
fenómenos. Todo se designa por pareja, así es como se entiende la ubicación de los oídos, las
orejas, los testes, los miembros, varón y mujer…, es decir, todas las cosas con respecto a otra.
¡Nadie cuestiona que se complementan!
Si se quiere mantener la terminología, hay que hacer la diferencia desde otros ángulos. La
izquierda ha de hacer lo que la derecha no sabe, no quiere o no puede hacer, pero que es
necesario para que la vida sea vivible. Y, Viceversa. Ahora todo se ha vuelto una mazmorra, sea
por ingenuidad o necedad.
Lissagaray: “El que ofreciera al pueblo falsas leyendas revolucionarias y el que lo divirtiera con
canciones, será tan criminal como el geógrafo que trazará mapas embusteros para los
navegantes”. (O)