La rentabilidad del tranvía

El tranvía “nunca llegará a estar ni siquiera en el equilibrio económico”.

Tan dura conclusión la pronunció el alcalde de Cuenca, Cristian Zamora, al referirse a la operación comercial de ese sistema de transporte, tres años después de haber comenzado.

El subsidio municipal, al parecer, será definitivo, si bien “lo menor posible”.

Los subsidios son o deben ser temporales y dirigidos a los pobres.

En el Ecuador están condenados a ser eternos considerando su objetivo político electoral.

En el caso citado provienen del presupuesto municipal, alimentado de los aportes del Gobierno Nacional, de los créditos y de los impuestos, tasas y servicios.

En tales condiciones, pensar en el sostenimiento financiero del tranvía por sí solo, peor en la rentabilidad, es una utopía.

Y lo es por cuanto el costo del pasaje no es el real, ni siquiera un aproximado; y su integración con los buses urbanos tanto tecnológica como económicamente, con los cuales ahora compite, tampoco será la solución.

A más de no ser rentable, de no transportar el número de pasajeros necesario e ilusamente previsto cuando se “vendió la idea”, el sistema tranviario suma deudas y más deudas, cuyos montos se extraen de las arcas municipales.

Según el alcalde, acaba de firmar un acuerdo con la empresa constructora de la ruta tranviaria. Le adeudan USD 7 millones por un laudo arbitral. La pagarán en dos cuotas hasta 2026.

Hay otro laudo pendiente. Su desenlace se sabrá en noviembre próximo. La Municipalidad sigue pagando al gobierno francés, financista del proyecto, la contraparte local, cuyo endoso al Gobierno Nacional pasa inadvertido, excepto promesas de cuando menos ayudar con una alícuota.

Está pendiente la compra de repuestos para los vehículos tranviarios, urgidos de mantenimiento. En algún momento deberán renovarlos.

Transparentar el déficit, apurar la integración de los dos sistemas de transporte, a lo mejor revisar subsidios, se vuelven tareas impostergables. (O)