¿Un presidente de cartón?

El nuevo presidente de “este país del alma” es Daniel Noboa, el joven empresario que, contra toda lógica y de sus propios sueños, se encontró en el camino con tan alto cargo, dejando en el piso, primero a variopintos personajes; luego, a quien llevó la pesada cruz del hombre generador de odios, lunático y huidizo.

Como los “zapatos rojos” que lució Guillermo Lasso para lograr empatía con los jóvenes, Noboa devino en un personaje de cartón, reflotando tras su alicaída intervención en el debate, aunque con algunos dardos lanzados a su contrincante y que pusieron a discutir a los ecuatorianos.

¿Fue un toque mágico? No cabe duda. Luego las redes sociales hicieron el resto. El Noboa de cartón se metió en todos los rincones, sobre todo en el subconsciente, justo allí donde debe llegar la propaganda para causar el efecto deseado.

En un mundo ultra dominado por las tecnologías de la información, convertidas en amo y señor de la vida humana, las redes sociales ponen presidentes (también los echan), como décadas atrás lo hicieron los balcones, la oratoria, el terno y la corbata, el recorrer palmo a palmo “los caminos de la patria”.

Bueno; ¿y ahora?

Y ahora viene lo bueno, dice la ironía popular. El escenario, de verdad que es cruento. Algo así como pretender entrar en un edificio y, en pocos días, librarle de conatos de incendio, tomado por asesinos, por narcos, asediado por deudas millonarias, faltantes, sin dinero disponible y el que lo tiene llegándole cada vez menos; por gente que clama y exige de todo, por pulpos listos a engullir lo que encuentren; por búfalos que desde ya enderezan sus cuernos para despanzurrar así sea a mansas gacelas. 

Hay lecturas que descorazonan. “…el próximo presidente tendrá que hacerse cargo de un escenario económico y político que podría llevarlo hasta a arrepentirse de haberse lanzado a la aventura presidencial”. Lo escribió ayer Martín Pallares en diario Expreso.

Hasta allí llegó el candidato de cartón, como llegó el de los “zapatos rojos”.

Desde ya se quiere ver al verdadero Daniel Noboa, en tanto en cuanto presidente electo. Su triunfo, en gran medida obedece al anticorreísmo. Él, de alguna forma, como Lasso en su tiempo, ayudó se desembuchar esa fuerza que todo lo puede admitir, menos el retorno del exmandatario, llamado a entender que “el problema del correísmo es Correa”. ¿Lo asimilará?

El ejercicio del poder no entiende de guapezas, de ser joven o no, de titubear, de sólo colocarse la banda presidencial o dormir con el Tiktok.

El joven Daniel no ha de querer ser solamente un “Presidente de cartón”. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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