Nuevas elecciones, nuevos camiseteros. Así no más es la clase política en el país. El domingo pasado el electorado se decidió por Daniel Noboa, para que maneje las riendas de este país, que vive una grave crisis de inseguridad y una ola migratoria sin precedentes. Por cierto, el gobierno de la Yoni anunció que ofrecerá una vía de inmigración legal, para que los ecuatorianos se reúnan con su llacta. Así que dejará de arriesgar la vida de los guaguas llevándolos por la chacra. ¡Bueno, regresemos al tema! Es que sufro de déficit de atención y me voy por otro lado. Terrible mi problema.
En fin. Vamos al grano. Una vez que se conocieron los resultados, los lambiscones de la política empezaron a mostrar su apoyo al hijo de Alvarito. Personajes que han sido funcionarios de Correa, Moreno, Lucio, “Memesitos”, de Lasso, Zamora y demás, ya se subieron a la camioneta.
Cambian su “ideología” política de acuerdo con el gobernante de turno. Cuando se les consulta del porqué de esos giros bruscos, responden de manera seca e irrisoria. No soy político, únicamente soy un técnico que conoce muchísimo de administración pública y han depositado su confianza en mí. Nos quedamos boquiabiertos. ¿Verdad?
Como dice nuestro querido ufólogo Jamie Rodríguez: ¡No lo crea, tampoco lo niegue, investíguelo! Vaya a las redes sociales de unos cuantos políticos de Cuenca y se dará cuenta de lo que le comento. Verá una paleta de colores. Empiezan siendo amarillos, verdes, azules, blancos, rojos, arcoriris, y por último moradito tipo AND. ¡Dan lástima!
Por eso, la gente se cabrea. Y perdón por lo dicho. Es que no logro entender que sean los únicos “preparados” para ocupar cargos públicos. Hay un montón de gente extraordinaria, que tranquilamente pueden levantar a las entidades públicas; pero ya sabe, apuestan por los mismos de siempre gracias a su “excelentísima” trayectoria pública.
Los militantes se quedan con los churos hechos. Los que se fajan llevando las banderitas, los que hacen las reuniones en los barrios, los que organizan los recorridos, al final se quedan con las manos vacías. Mientras que los otros, sin esfuerzo ni una gota de sudor, llegan a ocupar altos cargos. Esperemos que este gobierno alce el pelito y dejé atrás estas malas prácticas. ¡Hay gente de calidad, apuesten por ellos! (O)