En pocas semanas terminará este gobierno de Lasso que resultó peor de lo imaginable. Increíblemente hemos tenido hechos vergonzosos de corrupción como aquel del famoso “cuñado” del Presidente que se vió envuelto en un escándalo del que salió bien librado misteriosamente. Estos hechos, menos frecuentes que en el correato, sin embargo nos llenaron de rabia y vergüenza. Lo que ha habido es un Presidente vanidoso, amigo de viajar y pretender lucirse en escenarios internacionales.
Ahora quedamos con un país sumido en tremendos niveles de delincuencia de tipo narco criminal que involucra los cimientos del Estado sin que ese señor Lasso atinara a hacer algo efectivo. Ha decretado más de treinta “Estados de Excepción” de los cuales el país y los delincuentes se han reído. Los ciudadanos vivimos atemorizados pensando hasta cuando estaremos vivos.
Se ha perdido completamente el control de las cárceles en donde quienes gobiernan son los jefes de las bandas delictivas. Lo poco que ha intentado hacer este gobierno incapaz has sido infructuoso. Desde esos lugares, con toda seguridad, se ordena, libremente, usando celulares de alta gama, qué harán los miembros de sus bandas sin que haya habido ni el intento de controlar eso. Cuando Lasso deje el gobierno ese es el terrible estado en que quedan esos mal llamados “centros de rehabilitación social” que nunca han estado peor que ahora.
El estado de crisis económica es tremendo a pesar de que Lasso aseguraba saber cómo manejar siquiera ese aspecto. Cuando acabe 2023 el presupuesto tendrá un déficit de 5.000 millones de dólares sin que haya idea de dónde obtener recursos para solucionar tan enorme déficit fiscal.
Como si todo esto fuera poco estaremos con una Asamblea Nacional en la cual el correísmo tiene mayoría y, por desgracia con, capacidad de maniobra como para conseguir sumar nuevos votos y arrinconar al nuevo gobierno, como hicieron con Lasso.
El país queda con una red vial completamente destruida en las provincias del sur sin que el gobierno haya sido capaz ni siquiera de repararla, peor construir las nuevas vías necesarias, cosas indispensables para el turismo, el comercio y la vida de los ciudadanos. (O)
