Detrás de cada hombre o mujer en desempleo, hay un dolor, una historia, una esperanza y, muchas veces, una amargura de grueso calibre.
Parece que nuestra crisis va para largo y que el desempleo sigue siendo el mayor problema de los ecuatorianos. Mientras los “gurús” de la corrupción juegan al escondite y reciben por parte de los medios su dosis de protagonismo, miles de ecuatorianos buscan y rebuscan un trabajo, como quien busca una aguja en un pajar.
En el Ecuador, el desempleo y el subempleo crecen con todo el drama humano que éstos representan, pues tener trabajo no sólo cubre necesidades básicas, sino que dignifica a la persona. La desocupación se convierte en desesperación, baja de autoestima, pobreza y alejamiento del progreso personal.
El hambre, la injusticia, y la sombra del desempleo son hechos reales, no productos de un pensamiento negativo.
La sombra del desempleo cubre el Ecuador. Cuando observamos la lucha de los compatriotas, por conseguir un empleo digno, podemos establecer una relación con nuestra propia lucha, podemos abrazar su dolor y comunicarles que no están solos, siempre que no eludamos visitar nuestro propio reino de las lágrimas.
Los millones de oprimidos de la tierra, ya no permanecen en silencio, lanzan su voz pidiendo pan, techo y empleo, son la boca de la justicia y el libro de la vida; pero son engañados por los falsos redentores, pues el que tiene hambre sólo escucha a través de su estómago.
Presidente Noboa, recuerde usted que: el desempleo y la pobreza, no se curan con palabras y estadísticas, peor con bonos de la pobreza o bajo la “protección” de un Estado obeso; sino elevando el nivel educativo de las masas, aumentando la producción, combatiendo la corrupción a todo nivel, no con palabras sino con hechos. “Una onza de práctica vale más que toneladas de sermones” (Gandhi).
Los gobernantes deberían caminar por las rutas del hambre y los valles de la miseria de sus pueblos, para que observen de cerca la pobreza y el desempleo que es la tragedia del mundo.
El mundo de los crucificados es un mundo donde millones de seres humanos mueren de la lenta crucifixión, que les produce el desempleo.
Un gran fuego se enciende con una sola chispa, y para salir de la oscuridad en la que vivimos, es necesario que nos liberemos de las cadenas de la ignorancia, basta que en un solo corazón se encienda la luz del saber, así como de una sola nube surge el relámpago que ilumina la profundidad de los valles y las cumbres de las montañas; se iniciará el camino a la democracia, la justicia, la verdad y la libertad que tanto hoy añoramos. (O)