El ascenso a la Presidencia de la República de Ecuador de Daniel Noboa se da en un contexto de una grave crisis fiscal y de tremenda inseguridad ciudadana; además de una agudizada problemática social en temas como el desempleo, salud, educación, vialidad, migración, etc. Una situación que queda como la pesada herencia del Gobierno del Presidente Lasso, cuya indolencia e incapacidad no puede ser ocultada con la profusa campaña publicitaria y las cadenas nacionales que realizó en los últimos días de su gestión, ni tampoco con el libro “900 días” que contiene varias falsedades sobre sobre sus supuestos logros.
En lo económico, el primer reto que deberá enfrentar Noboa es el abultado déficit fiscal y la falta de liquidez para cumplir con las obligaciones inmediatas del Estado, amén de tomar acciones para promover la reactivación del aparato productivo y, con esto, del empleo. Un reto que deberá cumplirlo sin tomar un clásico “paquetazo” económico, pues si esto se diera su imagen de ser un Gobierno diferente a los últimos se diluiría, con un consiguiente desgaste de su legitimidad y posibles protestas sociales.
El segundo reto es la toma de medidas urgentes y efectivas para lograr una reducción drástica de la actividad delincuencial y de los asesinatos (que esté año llegarán a la espeluznante cifra de 40 por cada 100 mil habitantes), medidas que no sólo deberán contemplar el fortalecimiento de los operativos militares y policiales, sino también el fortalecimiento de la política social.
Es justamente esta política el tercer reto, pues áreas como la salud, la educación y la seguridad social fueron descuidadas por Lasso; además de que fue en el área social donde Noboa hizo sus mayores ofertas de campaña (pensión jubilar básica de 450 dólares, bono complementario de 60 dólares para madres solteras pobres, libre ingreso a la Universidad, etc.).
Finalmente, el otro gran reto es lograr la gobernabilidad política democrática; un reto para cuyo cumplimiento ha dado hasta ahora señales adecuadas, con la materialización de un acuerdo parlamentario con diversas fuerzas políticas; pero también con el anuncio, en su discurso de posesión, de que no se prestará para “revanchas políticas” y pondrá como principal objetivo de su Gobierno al Ecuador. (O)