El operativo Metástasis, liderado por la Fiscalía, también debería causar coletazos en lo político.
La dirigencia política se cobija o en el silencio, o en la tibieza, en querer “subirse a la camioneta” de la Fiscalía para reivindicar cuando menos una parte del operativo, o también en el cinismo, a cuyo máximo representante todo el país lo identifica.
Si la acción fiscal para agarrar “por los cuernos” al narcotráfico y con él a las instituciones cooptadas, sin las cuales mal puede lograr sus objetivos criminales, no causa remezón en el pacto, alianza o acuerdo, nunca suscrito, en la Asamblea Nacional, se estaría frente a un espejo giratorio con predominio de reflectivos negros.
El gobierno, el socialcristianismo y el correísmo, fraguaron ese acuerdo en nombre de la gobernabilidad, de alguna forma aceptado por un importante sector de la población, considerando los difíciles problemas del país.
A raíz del Metástasis, esos actores han tenido diversas reacciones. El gobernante, según sus declaraciones, quiere atribuirse haber puesto lo suyo para el éxito de este operativo, claro, no del todo completo, dada la alerta dada a varios involucrados, sin la cual no habrían fugado. Si bien censura este proceder delictivo, obvia dar nombres, cuando el país reclama de él frontalidad.
Del otro aliado (PSC), sólo el presidente de la Asamblea, Henry Kronfle, ha sido directo. Respalda el trabajo de la fiscal general Diana Salazar “contra la corrupción y los malos operadores de justicia”.
El otro pactante, de manera velada parece haber tomado partido a favor de los “afectados” por el operativo. ¿Señales? Se quiere – dice – entorpecer el concurso de jueces, tan criticado por maloliente, incluso por una misión internacional. Se pretende -agrega – salvarle del juicio político a la fiscal, cuyo primer paso, gracias al pacto de marras, está en marcha.
¿Cuál será el futuro mediato de esa alianza si de por medio está la ética; de si se está por la lucha contra el narcotráfico o solaparlo?