Todo el quirófano se encontraba absorto ante la tumoración verdosa y repugnante que aparecía en los cortes diestros del bisturí en manos de una cirujana, que, imbuida de la más enorme vocación, trataba de extirpar, no sin antes constatar que muchas metástasis aparecían en órganos vitales, que tenían al pobre paciente sin esperanzas y en trance de muerte.
Admiré siempre al ser más bello de la creación, la mujer, toda mi vida. Siempre supe de su valentía casi temeraria al enfrentar su suerte y sus desastres. Las conozco y sé que toman decisiones a favor de sus hijos, a pesar de que su sangre brote de las constantes heridas en su tráfago vital difícil. No podía ser de otra manera. Diana Salazar, mujer de temple, sosegada, elegante y con mirada firme cuando increpa y juzga con pruebas entera y fehacientemente comprobadas y terribles, enfrenta a una mafia endiabladamente hábil y mañosa, de metástasis increíbles en todos los órganos vitales.
Correa, el prófugo y delincuente más avezado y autor de mucho de nuestros males, continúa liderando la red mafiosa con sus amigos y compinches, desde lejos y sigue delinquiendo al volverse “campanero” que dio alerta ante el operativo de nuestra pundonorosa fiscal. Las metástasis son tan agresivas que tenía al jefe de narcóticos y al encargado de las cárceles como socios, de tal manera que los narcos Norero, Fito, Salcedo y muchos más vivián una vida de regalos y diversión, con mujeres que les brindaban placeres sexuales cuando ellos querían y que están ahora en puestos de alta dirigencia del estado como Asamblea, prefecturas y alcaldías de pueblos lejanos y anónimos. Desde la cárcel y con la libertad de tener decenas de celulares a su orden, hablaban con personajes corruptos logrando favores de prensa y justicia y admírense, desde aquí se dieron ordenes de asesinatos y sicariatos, junto con eventos de terror de explosiones y robos especialmente en la costa, para conseguir su objetivo. La justicia era un botín demasiado importante de controlar para lograr fallos a través de jueces muertos de hambre y podridos, enquistados en el poder judicial, que daban habeas corpus y órdenes de excarcelación a los delincuentes y narcotraficantes, con ejemplos tales y reales como el de Glass, ladrón de alto coturno. Wilman Terán el fifiriche rapado a lo nazi, histriónico, audaz, atrevido, respaldado por la mafia correista y narcos, lo catapultaron a ser el presidente de la judicatura -imagínense la repercusión- asegurando así impunidad. Podría extenderme muchos más, pero creo que la cirujana valerosa de Diana, si le respaldamos todos hoy, le da el Mate a la podredumbre correísta, al narcotráfico y al poder judicial. Aplausos y mil aplausos a la mejor fiscal, incorruptible y honesta de Latinoamérica y a lo mejor, del mundo. (O)