¡Uf! Hay tanto, tanto, que el mundo entero ardería en llamas y faltaría tiempo.
Al ahora expresidente banquero que ya no dio más, se hizo de la vista gorda y se fue antes de hora, gabelándolos a los impresentables con la muerte cruzada.
A esos mismos impresentables, que por la cojudez de la gente volvieron a sus madrigueras; igual a los que se les sumaron, aunque algunos podrían ser perdonados porque tienen buenas intenciones; pero sabido es que hasta el infierno cundido de ellas está.
A los del pacto sin firma: unos para alzarse con la presidencia de la Asamblea, desde la cual, según las conveniencias cambian de careta; otros para garantizarse impunidad, perdón y olvido, llevarse comisiones claves para decir que lo blanco es negro y lo negro es blanco; otros para atornillarse en el sillón presidencial, sillón que, por giratoria marea, mucho más si se es bisoño, parco y huidizo.
A los de toga y corbata, que, a la Ley, cual gelatina la congelan según el molde que les dé la gana, la cortan de acuerdo a la categoría del delincuente, y si este es poderoso, político, y narco de yapa, o las tres cosas a la vez, la ponen en su paladar. A cambio de nada dirán ellos, pobres ellos que no teniendo dónde caerse muertos echan lujo de la cabeza a los pies.
A ese venido desde disqué galaxia para alzarse con la Judi-ratura y hacer de ella un muladar al servicio de quienes, desde la política rastrera y la narcopolítica, han convertido al “país del alma” en uno de los más violentos del mundo, en el cual se asesina no solo por encargo, por sapos, campaneros, ser pésimos como mulas, sino hasta por si acaso.
Fuego, más fuego a las “muñecas de la mafia” “Made in Ecuador”; a los soplones para que huyan las ratas; a los falsos investigadores de boina que se “ñañean” con los “patrones”; a ciertos generales que han vendido su alma al demonio para enriquecerse sin pestañear; a los topos, mezcla de política y de lavadineros, para llevarse oro y cobre, descuajaringando a la madre tierra.
Echen a las llamas a tantos asesores y mentores que viven de chupar al Estado; a los botafuegos, paquidermos y dinosaurios enquistados en organizaciones sociales y gremios, simplemente para convertir a esta república en la república del joder y joder; a ciertos electos para estar en los “Gades”, y en el fondo son como los patos. Cuando menos estos nadan; pero ellos, nada.
¡Fuego! ¡Fuego! Si aún convertidos en cenizas osan enjuiciarlos, o lo harían sus herederos, no se preocupen que, como dijo el viejo Arturo venido en burro desde Santiago, “por la marimba timba que yo pago”. (O)