Londres.- El prolífico actor y humorista británico Benny Hill, que habría cumplido cien años este domingo, logró una popularidad planetaria durante casi cuatro décadas. Hoy, su sentido del humor, subido de tono, habría sido tildado probablemente de sexista y vulgar.
El llamado ‘Show de Benny Hill’, tal vez la serie cómica con mayor éxito exportada desde el Reino Unido y la favorita de la audiencia desde 1955 hasta 1989, aún tiene tirón entre cierto público en plataformas online.
Sus populares ‘sketches’ televisivos mostraban con frecuencia mujeres ligeras de ropa, algo que divertía a muchos si bien no era del agrado de todos y, en el contexto actual, posiblemente resultaría inaceptable.
Considerado un ‘tesoro nacional’ en su país durante décadas, Hill y su particular manera de entender el humor han cosechado legiones de seguidores en unos 140 países, incluida España, donde el público conectó con ese tipo de espectáculo.
Inicios como lechero
Alfred Hawthorne (su nombre real) nació en 1924 en Southampton (sur de Inglaterra) y tanto sus familiares como sus compañeros de colegio lo recordaban como el ‘payaso de la clase’ por su inclinación natural a querer hacer reír a los demás.
El comediante abandonó los estudios cuando era adolescente y trabajó como repartidor de leche antes de ejercer como mecánico para el Ejército británico durante la II Guerra Mundial, conflicto en el que amenizó a las tropas con espectáculos cómicos, cuando adoptó su nombre artístico, Benny Hill, como tributo al humorista Jack Benny.
Al terminar la guerra, probó fortuna en Londres, donde actuó en musicales y su primer espacio para televisión le llegó en 1950. Cinco años después se emitió por primera vez el citado ‘Show de Benny Hill’, que continuó en antena hasta 1968 en la BBC y desde 1969 en ITV.
Ese espectáculo lo catapultó a la fama global y le reportó numerosos premios -un total de 11 durante su época en ITV- exportándose a más de 140 países.
Un triste final
Pese a una fortuna millonaria, la última etapa de su trayectoria profesional estuvo marcada por la soledad y la tristeza.
Cuando la productora Thames Television lo despidió y su espectáculo televisivo llegó a su fin, la popularidad planetaria de la que había disfrutado ya estaba dañada a causa de incidentes dudosos. Entre ellos, saltaron a la luz acusaciones de acoso a mujeres, como la de la cantante de punk rock Hazel O’Connor, que aseguró que el cómico le ofreció trabajo a cambio de favores sexuales.
Nunca se casó ni tuvo hijos aunque, al parecer, llegó a proponer matrimonio a la corista Doris Deal y a la actriz Annette Andre, si bien ambas lo rechazaron. Según confesó en varias ocasiones a su buena amiga, la actriz australiana Sarah Kemp, el humorista se lamentaba de no resultar «atractivo» y se quejaba por no sentirse «querido».
Algunos allegados revelarían a la prensa aspectos de la personalidad de Hill, como su fobia enfermiza a gastar dinero, que le llevaba hasta el punto de remendar ropa gastada y pegar las suelas de los zapatos con pegamento para no tener que invertir en otros nuevos o que solo compraba comida en oferta.
En su ansia por no gastar, y pese a unos millonarios ahorros, Kemp comentó que su amigo jamás quiso invertir en una vivienda o en un vehículo y, al parecer, iba caminando a trabajar para no tener que pagar por transporte.
Hill falleció solo el 20 de abril de 1992 en su apartamento alquilado de Londres, a los 68 años, y fue encontrado dos días después de morir a causa de una trombosis coronaria, rodeado de platos sucios, por su agente, Dennis Kirland, alertado por los vecinos, que detectaron un mal olor procedente de la vivienda del humorista.
En un libro escrito por el periodista Craig Bennet, ‘True Confessiones of a Shameless Gossip’, se retrata a Hill como un hombre «solitario, deprimido, que se sentía feo» y atormentado por las inseguridades, que vivió una vida extremadamente frugal debido a su «mórbido terror a gastar dinero».
Los millones que Hill dejó intactos a su muerte fueron a parar a sus sobrinos, con los que en vida no mantenía ninguna relación. EFE