La vida está llena de aprendizajes; pero los más profundos son los que he recibido de los maestros andinos y amazónicos, guardianes de la sabiduría ancestral de las plantas sagradas.
Con el poder de estas medicinas sanadoras he podido; entre otras cosas, conocer el potencial de la esencia espiritual de la glándula pineal. Entender su importancia ha sido para mí la clave para reconocer la posibilidad de una inteligencia humana en permanente transformación.
Como dice Rick Strassman M.D. en su libro DMT The Spirit Molecule: “… la glándula pineal puede actuar como una antena o una linterna para el alma”. Para los sabios amazónicos, es la luz que ilumina el camino.
Me impactó tanto como a Strassman, el hecho de que… toma 49 días la formación completa de la glándula pineal en el embrión humano y también el mismo tiempo para manifestar la diferencia entre sexo femenino o masculino. (espíritu y cuerpo).
Según el Libro Tibetano de la Muerte, el alma de la persona fallecida necesita 49 días para reencarnarse en otro cuerpo.
En nuestra cosmología ancestral, la formación del” Yachac” /Chamán requiere de 49 años, y solo a los 50 recibe el regalo de los Icaros o cantos sagrados que activan las visiones y los regalos; que, en ceremonia con la planta maestra Ayahuasca, dan conocimiento, vida y espíritu a la glándula pineal de los buscadores.
Actualmente todos hablamos de inteligencia artificial; pero igualmente, debemos mantener una inteligente conexión con nuestro cuerpo, mente y espíritu para recuperar el poder sagrado de la humanidad.
Medicinas ancestrales: como la Ayahuasca, ayudan a salir de este trance colectivo producto de una institucionalidad artificial.
Honrar a este enteógeno es entrar a una conexión intima con el poder ilimitado del universo. (O)