Cuando el Ecuador pasa por una de su más severa crisis fiscal y económica; y el gobierno se ve obligado a tomar decisiones como incrementar el IVA y exigir contribuciones a la empresa privada para financiar los costos de la “guerra interna”, la presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Diana Atamaint, se organiza una gira internacional para hablar con los migrantes sobre el voto en el exterior.
¿Necesitan los migrantes ecuatorianos semejante “contribución cívica”, por llamarlo de alguna manera, de Atamaint, en funciones prorrogadas desde hacía varios años?
¿Cuáles son las temáticas a exponer, si los connacionales saben muy bien sobre sus derechos para elegir y ser elegidos; incluso los mecanismos para ejercer el voto; o, a lo mejor, alguna innovación encaminada a repetir el sufragio electrónico, un verdadero fracaso en las pasadas elecciones, usado, más bien, para, con la repetición de los comicios, ¿favorecer con más curules en la Asamblea Nacional a determinada tienda política?
Atamaint no ha viajado sola. Lo acompaña Tayron Valarezo, funcionario del CNE. Según informan los medios nacionales, para financiar la gira “se tomaron $2.700 de la partida de bienes del CNE y se registraron en la de viáticos”, una “jugada” contable sobre la cual ha sido llamada la atención la Dirección Administrativa de la entidad, y habría descontento entre los demás consejeros.
El periplo de Atamaint comenzó en EE.UU. En ciudades como Nueva York y Connecticut hay 36.790 electores. Luego irá a Turquía, donde en Estambul no hay registro y en Ankara hay apenas 27 habilitados para el voto.
Después aterrizará en Yakarta (Indonesia) donde hay 28 electores. Luego volverá a Connecticut.
Algo no cuadra bien en dicha gira. Los datos expuestos son claros como para tener una idea. ¿Cómo entender eso de “realizar el acercamiento a los migrantes ecuatorianos y tener la experiencia de primera mano sobre el voto en el exterior”?