La rutina diaria hace que con frecuencia no apreciemos el valor de las cosas simples y las pequeñas alegrías que nos rodean. Arthur C. Brooks en su libro From Strength to Strength (2022) comenta que la escasez hace que todo nos resulte más querido, nos recuerda la importancia de apreciar cada momento y disfrutar de las pequeñas cosas que nos brindan placer y significado, recalca que el recordar que la vida no es eterna nos hace disfrutarla aún más.
Así pues, la escasez, ya sea de tiempo, recursos o incluso de experiencias, nos obliga a reflexionar sobre lo que realmente valoramos, nos hace conscientes de la fugacidad de nuestra existencia y nos impulsa a aprovechar al máximo cada oportunidad que se nos presenta, ya sea para compartir con quienes suman a nuestra vida, o para hacer aquello que nos llena, alegra o da sentido a nuestro ser, como por ejemplo la jardinería.
La semana pasada tuvimos en Cuenca la hermosa exposición Cuenca florece en arte y jardines, que de forma impecable demostró cómo el amor hacia las plantas es claramente una actividad que nos conecta con la naturaleza y nos brinda un sentido de calma y satisfacción. Plantar semillas, verlas crecer y florecer nos recuerda el ciclo constante de la vida y la belleza efímera que nos rodea.
Así pues, como mi abuelo Lucho solía decir, “últimamente se están muriendo personas que nunca antes se habían muerto” aclarando que a todos nos llegará el turno, por lo que recordar que la vida no durará para siempre nos debe motivar a disfrutar plenamente del presente, a saborear cada instante, a cultivar relaciones significativas y a buscar la felicidad en las cosas simples y cotidianas. Cada día es una oportunidad para crear recuerdos y compartir momentos especiales. (O)