En apenas tres meses Azuay tiene nuevo gobernador: Santiago Malo. Reemplaza a Milton Benítez, coronel en servicio pasivo de las Fuerzas Armadas.
Un Presidente de la República puede reemplazar cuantas veces quiera a sus representantes en las provincias.
En el caso del Azuay, el de gobernador debe ser el cargo público más inestable.
Malo señala tres puntos fundamentales de su gestión: seguridad, vialidad y apoyar la producción. Están ligados a la gestión y decisiones del Ejecutivo, en especial a lo económico.
Si hay un plan de seguridad debidamente planificado, articulado, con operaciones de inteligencia y contrainteligencia, más otros parámetros, el gobernador deberá coadyuvar para su ejecución, claro está, con la intervención de la Policía y el Ejército.
El Plan Fénix, se supone, se enmarca en esos ejes, si bien en estos últimos días su eficacia tiende a disminuir, cuando deberá perdurar al terminar el estado de excepción y la declaración de guerra interna.
En este ámbito, el nuevo gobernador se estrena con el traslado a la cárcel de Turi de 29 detenidos en otras prisiones.
Esa orden debió venir de autoridad competente, de un juez, en cuyo caso, según la norma jurídica, es de obligatorio cumplimiento, nos guste o no en la provincia.
Desde lo político siempre se plantea declarar a la de Turi como cárcel regional, cuando, ni bien inaugurada se la llenó con detenidos traídos de otras regiones, contraviniendo el original concepto, incluso como justificativo para construirla.
Pero el gobernador ¿puede hacer algo para lograr se respete ese concepto, so pena de contradecir al Gobierno?
En vialidad, sabe cuáles son las necesidades; igual la decisión del MTOP de no pasar de las “manos de gato” a las carreteras bajo su responsabilidad, consideradas las peores del país. Si logra revertir ese panorama, hará historia.
En el sector público las buenas intenciones pasan por lo económico, la ejecutividad, hasta para rescatar la jerarquía de la gobernación.