En los últimos tiempos hemos observado un preocupante aumento en la desigualdad y el daño ambiental. Muchos analistas coinciden que se tratan de efectos de un mal funcionamiento del capitalismo como sistema económico dominante. Plantean la necesidad de reformarlo con el objetivo de alcanzar una sociedad más próspera (crear riqueza), pero también más inclusiva (que todos participen de ella) y sostenible (que no se hipoteque el bienestar de las generaciones futuras).
Explicar el foco de la desigualdad en las ganancias que se generan y distribuyen en las empresas, sus causas y posibles acciones a tomar, resulta crucial en un momento como el actual, en el que la competencia fiscal y regulatoria entre países y las amenazas de deslocalización de empresas, dificultan cada vez más la utilización de impuestos, transferencias y el gasto público para conseguir objetivos de mayor igualdad.
En este contexto, la atención y los esfuerzos para la reducción de la desigualdad en la distribución individual del ingreso, se trasladan en el momento en que se generan y se distribuyen las rentas de mercado (remuneración del trabajo y del capital), por lo que resulta de máximo interés profundizar en las decisiones que toman las empresas, que condicionan la creación y reparto de dichas rentas.
Las variables que con su comportamiento definen las condiciones de creación y reparto de riqueza mencionamos: i) la brecha que se ha ampliado entre la productividad media del trabajo de las empresas frontera y la productividad media de las empresas seguidoras, ii) un poder de mercado creciente de las empresas correlacionado positivamente con la concentración de los mercados y su tamaño, iii) la tasa de ingreso de nuevas empresas y la proporción de empresas jóvenes en la actividad económica no está creciendo, iv) la reasignación de puestos de trabajo se está estancando. Pero también, un factor importante para explicar la distribución de la renta, es el funcionamiento del mercado de trabajo tanto externo (normas leyes, regulaciones, etc.) como interno (flexibilidad en tiempos de trabajo y tareas a realizar, movilidad horizontal y vertical, retribuciones no monetarias, etc.) a las empresas. Se identifican dos características de este mercado que influyen en la eficiencia productiva y en la distribución de la renta: a) el grado de poder de monopsonio de las empresas que contratan a los trabajadores; y, b) la capacidad y poder negociador de los trabajadores para disputar el reparto de las rentas generadas. (O)