En un mundo globalizado en el que el egocentrismo, la codicia, la vanidad, la corrupción constituyen los pilares del “éxito” y el máximo escalón al que desea ascender una persona, según el mandamiento universal de una sociedad de consumo; llama la atención la existencia de gente dedicada al servicio humanitario.
De los 7.951 miles de millones de habitantes del planeta (2022). Alrededor del 50 % de ellos, son víctimas, no sólo de la guerra y el terrorismo, sino del hambre, la miseria y la injusticia. Lacerante situación que me produce una callada tristeza y hace verter lágrimas de mi corazón.
Ante esta cruda realidad, es muy loable la existencia de personas, e instituciones de diferente condición socioeconómica y religiosa, que voluntariamente, y al margen de objetivos económicos y políticos; se hayan dedicado a la noble labor de acudir en ayuda de los más necesitados.
Estos nobles GUERREROS ESPIRITUALES, que combaten en silencio el dolor de los abandonados por la democracia, los falsos profetas de la política, el autoritarismo y la mal concebida economía social de mercado; y que tratan a medida de sus posibilidades de llenar el vacío que dejan las instituciones y los estados que abandonan sus obligaciones sociales y morales, merecen nuestro respeto y admiración.
Para muchos seres humanos, la secuencia de su existencia se marca en el nacer, crecer, educarse, trabajar y morir, para otros, lo fundamental de su vida es lógicamente cumplir con todas las etapas anteriores, pero junto al trabajo, incluye el servicio a sus semejantes, que consiste en devolver a la sociedad, lo que ella les ha entregado en las distintas fases de la vida. Existen hombres, mujeres y jóvenes que, motivados por este afán de servir, se incorporan para apoyar a diferentes instituciones de “servicio” para apoyar con su granito de arena a lograr la felicidad de tantos seres que sufren y anhelan encontrar una mano amiga que les dé un poquito de luz, para encontrar el camino hacia ella.
Es tremendamente difícil para el hombre rechazar su propio yo egoísta y sacrificarse por causa de amor a sus semejantes, por esta razón estos seres humanos maravillosos como son los voluntarios, guerreros espirituales, héroes anónimos, que dedican su vida servicio de los pobres y humildes, merecen nuestro respeto y admiración, hoy más que nunca que están socorriendo a miles de víctimas inocentes de la inmisericorde guerra de Israel contra la franja de Gaza.
Continúo pensado que el hombre nunca está más cerca de Dios que cuando se empeña en servir a sus semejantes. (O)