Hace algunas semanas prometí, en este mismo espacio, abandonar comentarios conflictivos y pasar de ejemplos negativos e historias tristes, a palabras que presagien días mejores o, por lo menos, a comentar episodios positivos que,también, los tenemos. Espero que lleguen días y semanas para cumplir con esta promesa, es decir, espero que Ecuador se llene de eventos positivos, de conquistas notables, de gestas cívicas y de emprendimientos colectivos que apuntalen muestra democracia y pintennuestro futuro de colores alegres y festivos.
Alguien, o algunos, se equivocaron de camino y dejaron que sus mentes sean manipuladas por gente experta en contaminar vidas y sembrar ideas y actitudes ajenas a la tradición y a la moral. De esta suerte y de manera casi imperceptible hemos ido perdiendo aquellas virtudes que nos legaron nuestros mayores. Debemos volver a lo sano y útil de nuestro pasado y desechar novelerías que nos precipitan en rumbos equivocados.
¿Qué pasa en nuestras escuelas, colegios, universidades? Es la pregunta que todos debemos hacernos: padres de familia en primer lugar, autoridades del ramo, ciudadanía en general. Viejo es aquel axioma “por sus frutos los conoceréis.” Tenemos una juventud esclavizada por la tecnología, diestra en el manejo de los adelantos científicos, pero extremadamente vacía por dentro porque carece de ideales éticos y cívicos capaces de acercarles a las necesidades de la sociedad. Viven mental y físicamente una vida que nunca procreará una convivencia social.
Como botón de muestra: la vida, ese don sagrado que tenemos, dejó de ser un regalo de Dios y un préstamo para con ella construir un mundo feraz y lleno de amor y de paz; una comunidad preocupada del prójimo y de quienes viven cercanos para tenerlos como amigos, vecinos, compañeros de travesía, en todo caso. La vida humana, la de ustedes y la mía, ya dejó de tener la categoría de regalo divino, hoy se la tiene como una mercancía, como un algo que si llega a estorbar hay que desaparecerla; y de este modo se inventan pagos, se amenaza con armas y un buen día, en cualquier esquina, con o sin motivo terminan existencias, inocentes o culpables, pero que nunca debieron tener ese final. Si sembramos vientos, cosecharemos tempestades.
Las últimas votaciones hablan de un porcentaje considerable de ecuatorianos con mentes enajenadas, desprovistos de una escala de valores, ajenos a “Patria, tierra sagrada …”. (O)