Juan Carlos Chicay, migrante, de Cuenca, de 44 años, trabaja como fotógrafo en Estados Unidos (EE.UU.). Es reconocido como un destacado profesional de esa rama, especialmente, entre la comunidad hispana de ese país.
Chicay es el propietario de la productora One Only One, una empresa especializada en servicios de fotografía y filmación, y que además ofrece asesoría en organización de bodas y decoración para eventos sociales.
Para él la fotografía ha sido, además de una fuente de sustento para mantener a su familia en EE.UU., y Ecuador, una oportunidad para recorrer el país del norte, conocer nuevas culturas y crecer como ser humano.
Su viaje a Estados Unidos
El compatriota es padre de ocho hijos y por las condiciones de la economía del Ecuador decidió ir en busca del “sueño americano”. Viajó un 17 de octubre de 2016 y lo hizo por la peligrosa selva del Darién.
“Antes ya hice un intento, pero me deportaron desde Nicaragua. Fui desde Colombia y logramos llegar a Nicaragua, pero allí me detuvieron y estuvimos presos. Finalmente nos regresaron a Colombia y retorné a Ecuador…”, contó.
“La segunda vez me sacaron otra vez por Colombia y me llevaron al Darién, creo que estuvimos entre los primeros ecuatorianos en pasar por el Darién, pues por allí antes solo pasaban haitianos, venezolanos y cubanos…”, recordó.
El Darién
Chicay relató que lo que vivió en el Darién es una experiencia que le marcó la vida. Allí se juntó con una pareja de esposos y otro joven, todos ecuatorianos. “Llorábamos, ya nos queríamos regresar, casi nos morimos de hambre…”.
Se internaron a la selva sin comida ni medicinas, pues nadie les advirtió que debían llevar provisiones. Tampoco sabían que pasar por esa zona selvática les iba a tomar más de una semana e iban a enfrentar peligros inimaginables.
Cuando finalmente lograron salir del Darién, inició otra “pesadilla”, pues en Costa Rica intentaron secuestrarlos. Allí dos amigos, entre ellos uno a quien le decían “Chimbo”, no lograron huir, y hasta ahora no saben qué ocurrió con ellos.
La ruta
Siguieron la ruta y tuvieron que sortear varias situaciones de peligro en El Salvador, Guatemala, Honduras y México. “Viajamos en canoa, en caballo, moto, carro, en bus, en todo lo que se pueda imaginar”, expresó.
Cuando por fin lograron pasar la frontera, luego de estar unos dos meses en México y unos 10 días en el desierto, llegaron a Arizona. Fueron detenidos por sheriffs cuando iban por una autopista.
“Cuando nos paró la policía yo pensé que ya nos iban a deportar, pero ellos solo nos dieron que estemos tranquilos, que no corramos… Luego sorprendentemente nos dejaron ir y nos dijeron que trabajemos y no hagamos daño a nadie…”, señaló.
Recordó que un 3 de febrero de 2017 los coyotes lo dejaron en un mall en New Jersey. Supuestamente iba a ir a casa de un amigo, pero no lo localizó. Entonces consiguió posada por tres mesas en la vivienda de un familiar.
Su niñez
En Cuenca Chicay trabajaba como vendedor y en sus tiempos libres se dedicaba a la fotografía de eventos sociales. También laboró en Konica Foto Express, pero el local cerró.
En su niñez trabajó con su madre en la venta de caramelos en el pequeño puesto que hasta ahora está en la esquina de las calles Luis Cordero y Simón Bolívar, en pleno Centro Histórico de Cuenca, junto al parque Calderón.
Chicay está convencido de que los sueños se pueden cumplir a pesar de las adversidades de la vida y cree que las dificultades deben ser asumidas como retos y lecciones que tiene que ser enfrentadas con valentía y determinación.
Ahora este cuencano busca incursionar en el negocio de la venta de comida en Food Trucks. Se llamará “De Pasadita”. Ha adquirido un primer vehículo con el que se apresta a inaugurar este nuevo servicio.
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