Hace unos días escuché al psicólogo organizacional Adam Grant afirmar que aferrarse a una mala decisión puede parecer un acto de compromiso, pero en realidad, es una señal de falta de coraje. Grant afirma además que reconocer un error y tomar medidas para corregirlo requiere una valentía que muchos de nosotros no estamos dispuestos a enfrentar.
Corregir los errores parece que es cuestión de sentido común, pero lamentablemente vemos a diario ejemplos a todo nivel de decisiones que no se corrigen, como si esos errores no fueran evidentes sino el momento en el que quien se equivoca los acepta como tales al intentar rectificar; cuando la verdad es que por mucho que intentemos, no podemos tapar el sol con un dedo, y tengamos por seguro que todas nuestras malas decisiones o errores resultan evidentes para todos quienes nos rodean, especialmente para quienes sufren sus consecuencias.
Stephen Covey (1989) sugiere que la verdadera perseverancia no es solo seguir un camino por el simple hecho de mantenerse firme, sino tener la humildad y el coraje para cambiar de dirección cuando es necesario, ese es un aspecto clave de la eficacia personal, ser proactivos y no temer hacer ajustes cuando sean necesarios, después de todo, mantenernos en un error es un error aún mayor, que además nos convierte en necios.
Eric Ries, en su libro The Lean Startup (2011) destaca la importancia de la flexibilidad en el proceso empresarial, y sugiere que el fracaso puede ser parte del camino hacia el éxito, pero solamente si somos capaces de aprender de nuestros errores y nos adaptamos rápidamente. Así pues, dejemos de ser necios y tengamos la valentía de corregir nuestros errores para alcanzar nuestros objetivos de manera más efectiva. (O)
@ceciliaugalde