La gran mayoría de sociedades se declaran democráticas desde las que se organizan según los principios liberales hasta los de orientación socialista.
Desde sus orígenes la democracia tuvo una sola condición que se puede resumir en la voluntad de vivir en libertad y, consciente de su naturaleza, la persona humana, se organizó socialmente desde la pareja primigenia, la familia, luego la unión de comunidades sociales, el estado nacional y la creación de las organizaciones regionales y mundiales de integración. En este proceso la democracia es su forma prevalente de organización.
En nuestro caso, la crisis institucional endémica que nos afecta hace que luego de vivir doscientos o más años en el sistema que denominamos Democracia, critiquemos sus procedimientos y aún sus mismos fundamentos. La historia da cuenta de la suma de anomalías que afectan al sistema social.
Y ello, porque no supimos ni sabemos elegir responsablemente a los gobernantes y asambleístas, por eso vemos, entre tantos otros los vergonzosos actos cometidos en la Asamblea, tal el caso de una decisión contra el sentido común y la razón ética que pretendió un careo del delincuente contra la Fiscal.
Y así en una distorsión malévola de la democracia se abusa del derecho, tanto al pretender deslegitimar los procesos fiscales de investigación cuanto los desafueros de regímenes autoritarios más la corrupción de quienes burlan el principio de probidad.
En consecuencia, es deber y derecho ciudadano impulsar la transformación integral que exige la sociedad.
La democracia se construye diariamente educando en los valores éticos a las nuevas generaciones, fortaleciendo a la familia en su misión formadora del respeto a la vida, a la dignidad humana y a la ley, organizando partidos políticos sólidos y, empresas eficaces para la producción de los bienes y servicios que requiere la sociedad, aportando con equidad al bien común, todo lo cual hace posible la realización eficaz del Estado Democrático de Derecho. (O)