Nuestra Cuenca dejó de ser el centro poblado grato, humano, caminado por seres cordiales, lleno de tiendas en sus barrios, del saludo amable entre sus habitantes, y creció aceleradamente para producir en quienes la conocimos antaño, la nostalgia de que la modificación fue gigante, partieron tantos cuencanos, vinieron nuevas generaciones, cambiaron costumbres y modificó su estilo de vida, a punto tal que parece casi otra ciudad. Junto con el ocaso la gente silenciaba, la humilde iluminación se activaba. Los pocos autos detenían su marcha, no había discotecas ni lugares de esparcimiento nocturnos. Los restaurantes eran tan pocos que si no tenían amistad con las Srtas Tacuri.. te quedabas con hambre de churrasco. En otras palabras, la ciudad también dormía y a muy temprana hora.
Los tiempos han cambiado, incrementó la población, subió el número de autos, las escasas motocicletas son ahora tan comunes(alrededor de 20.000), llegaron los scooters (patinetas eléctricas), existen muchas rutas de buses para la transportación colectiva, asomó el silencioso tranvía, llegaron los peligrosos “deliveries” (repartidores: palabra recién creada en Castellano) y siempre asoman los trasnochados, los irrespetuosos, los injuriantes sónicos, los violadores de las regulaciones, los intocables, los que promocionan ventas y colocan parlantes sobre las aceras, los que suprimen silenciadores en las motos y rompen tímpanos, los que alegran las fiestas con sus potentes amplificadores y terminan generando migraña en muchos asistentes, los dueños de la pirotecnia, etc, etc.Todos ellos agreden a los humanos, a las aves, a los animales, a las ranas, a las mascotas, es decir a todos, por incumplir la ordenanza municipal que permite hasta 60 decídeles y no existe autoridad que haga cumplir. Tan frecuente el paso de un motociclista embalado y más ruidoso que petardo y a cualquier hora del día o madrugada. Alteraciones en el sistema nervioso, sordera, cambios conductuales y hasta malgenio en las víctimas de los irrespetuosos. (O)