Cuando Noboa tomó la decisión de quitarle la visa a la periodista pro castrista y correísta Alondra Santiago, se armó un desmadre a nivel nacional sobre la libertad de expresión que, a propósito, no contempla el irrespeto a los símbolos patrios de una nación o lanzar insultos a su población.
Ningún país del mundo admite que los extranjeros residentes participen en elecciones nacionales. Es algo sensato, pues si los ciudadanos de cualquier país eligen malos gobernantes, sólo ellos deben pagar las consecuencias. Los extranjeros, en cambio, podrán optar por retornar a su lugar de origen.
Es conocido que las naciones hospitalarias hacen excepciones con los extranjeros para que escriban y hablen en libertad sobre el país que los acogió, así no hayan solicitado la ciudadanía. Este caso se refiere a un privilegio, no a un derecho, que los foráneos pueden perder si faltan el respeto al Estado o a sus habitantes. Este problema se solventa anulándoles la visa.
Los gobiernos no tienen porqué dar explicaciones cuando revocan la visa a un extranjero. Y menos disculparse, como ilusamente pretende la cubana deportada. Es de dominio público que el gobierno de los EE.UU. anuló la visa a varios jueces y narcogenerales. Estos exigieron que les dijeran los motivos por los cuales les cancelaban la visa. Sin embargo, Estados Unidos respondió que jamás explica las razones por las que concede o deroga el permiso de entrada a su país. En el caso de los narcogenerales y jueces corruptos era evidente porqué lo hizo.
Desde luego, si se tratase de un extranjero que no se ha burlado de los símbolos patrios y se ha limitado a participar en la política interna del país sin causar controversia, no sería justo quitarle la visa. Ningún gobierno está en la obligación de dar explicaciones a nadie. Si lo hiciera sólo con un caso en particular, tendría la tediosa tarea de hacerlo con todos. Muchas veces esos extranjeros que vuelan como alondras desde países con gobiernos execrables -con los cuales Ecuador está forzado a sostener relaciones diplomáticas- a naciones como la nuestra, vienen con una doble agenda en la que está incluida difundir mensajes oscuros, ofensivos e injuriosos para desestabilizar al régimen de turno y propiciar, a través de sus redes sociales, la polarización de la población.
Hace dos semanas, una de esas alondras se fue volando con el rabo entre las piernas… en buena hora. (O)