La educación o enseñanza consiste en impartir conocimientos, destrezas, habilidades de utilidad para los seres humanos, siempre en términos de respetar a los miembros de una sociedad y sus reglas de buenas costumbres, siendo factor determinante del progreso individual y colectivo, brindando conocimientos, cultura, valores y respeto mutuo. La instrucción facilita el aprendizaje y lo óptimo es no sólo hablar sino demostrar con el ejemplo del maestro, del padre, del mayor o del otro.
Hoy es el método científico una columna vertebral, busca que los alumnos aprendan y no sólo a pensar, sino actuar y resolver, críticamente y en equipo, intercambiando ideas y mediante la cooperación. Vivimos en sociedad y el éxito es recorrer los mismos senderos y a similar velocidad. Las diferencias son la génesis de los problemas, de las inequidades, de los problemas y dificultades de la sociedad.
Se trata de un derecho de todo ser humano desde la niñez, con el gran propósito de formar adolescentes y adultos de bien actuar, es el verdadero motor de un desarrollo positivo y edificante, para buscar una sociedad más humana, reduciendo las diferencias y la violencia que lacera a la población del siglo XXI, donde campea la pobreza en todos los órdenes, el narcotráfico, la turbulencia política y el deterioro ambiental de nuestra casa mayor, sin que abramos los ojos a un epílogo lacerante del milagro biológico.
Cuánta falta hace una revisión de los planes educativos del Estado, la conducción de los hijos en los hogares, las políticas de gobierno que respeten a niños y niñas y el castigo drástico a los múltiples atentados en contra de su integridad al ser los más sensibles y débiles.
Incluir en los programas de estudio; planes de cívica, moral, y respeto a su condición infantil, tan venida a menos en este turbulento e inmoral mundo que tenemos hoy. (aún en manos de un Md Pediatra en la capital). (O)