Alrededor de 200 hectáreas de vegetación quedaron reducidas a cenizas como consecuencia de un incendio, seguramente provocado, por quien más, sino por el ser humano, pese a ser el único ser vivo pensante.
El Quingo, un cerro ubicado entre los cantones Santa Isabel y Girón, comenzó a arder cerca del mediodía del jueves anterior. Debido a los fuertes vientos, las llamas se propagaron a lo largo de la cordillera, acabando con la vegetación primaria, árboles autóctonos como el faique, y, por consiguiente, con la fauna.
Vídeos y fotografías difundidas en las redes sociales y en los medios de comunicación demostraron la dantesca destrucción.
Los Cuerpos de Bomberos de aquellos dos cantones no fueron suficientes para sofocar el incendio, habiendo acudido el de Cuenca. Ni aun así han podido apagarlo del todo.
Al tratarse de una zona bastante empinada, el acceso de los bomberos se hizo difícil y demorado; además de enfrentarse al fuego a lo largo de tres kilómetros con herramientas manuales.
Como ha ocurrido siempre, al tratarse de incendios forestales, el o los incendiarios quedan impunes, y el provocado en el Quingo no será la excepción.
Desde su cima, el cerro ofrece una visión en 360 grados del Valle de Yunguilla; igual hacia los sectores como El Progreso, Yaritzagua, entre otros.
Varias comunidades han pedido al Municipio de Santa Isabel planificar un proyecto turístico. Si bien la idea está en proceso, los habitantes comenzaron a reabrir el centenario e histórico camino, cuyas curvaturas estrechas dieron lugar a aquel nombre.
Empero, a causa de la lotización de una hacienda, un largo tramo podría perderse o desviarse según el capricho de los nuevos dueños, en cuyo caso es urgente la intervención municipal.
Es condenable la actitud criminal de quien o quienes prendieron fuego a un cerro emblemático, parte principal de la hoya del Jubones. Ojalá los descubran y sean sometidos a la ley.