El mercado de pases al rojo vivo

 Jorge L. Durán F.

Comienza a interesar el mercado de pases en el Ecuador. ¿En el fútbol nacional? No, qué va. En la política, en cuya cancha no se juega con la pelota, pelota, sino con la de trapo, y, por lo mismo, es destripable y corruptible.

Los clubes se cobijan bajo membretes de movimientos y partidos, y crearlos es tan fácil como hacer una parrillada.

Cuando comienza el campeonato electoral se produce una batalla interna en esos clubes en busca de jugadores, o entrenados en sus propias canteras, contratando o comprando otros, o abriendo las puertas a cualquier pateador.

Unos quieren ganar la copa Asamblea Nacional. Aquí ganan bien. Se dan al ocio y hasta pueden vender la copa.  

Otros apuestan por la copa mayor: la presidencia de la república. Son los centros delanteros natos, o los volantes que juegan sin correr demasiando, cobran el córner y ellos mismo corren a cabecear el balón.

Ya se han producido los primeros camisetazos. Un tan Rabascall, en 2020, del club “Corazones Ardientes” llegó alquilado al club Centro Jairala, y en un tira y jala ahora ha sido comprado por el “IDÉ, la naranja mecánica de unos cuantos vivos, como aquella que anda por España.

Noboa, el delantero de cartón, conformó su propio club. Se alista para ser arquero, volante y delantero a la vez, solo que quiere sacarle del banco de suplentes a su marcapunta Verobad, temiendo que le moje el césped.

El club Revolución baraja más de cuatro volantes de marca, aunque todos ellos, en el fondo, no sean más que aguateros; pues tiene un delantero escondido que escogerá a su gusto al que deberá entregarle la pelota so pena de ser expulsado sin necesidad de árbitro ni de VAR.

Hay otros que tienen el pase libre. Un tal Armijos, un tal Araus, un tal Ortega, un tal Tillería, buscan equipos, ofreciendo zancadillas, y ser ellos mismo sus DT.

Hay un tal Kronfle. No es alemán. Su club, el Social Mocolí, cree que con este número 6 salvará la categoría y podría clasificar a la “Muenteamericana”.

Hay un Cucalón. Su club en ciernes, el Cucaromo Sporting, cree que como el “Poni” Oyola le será fácil cuando menos llegar hasta las 18 yardas.

Hay otros clubes que olfatean jugadores, aunque sean suplentes; o rezan para que les caiga unos outosiders, así no sepan que la pelota es redonda.

Hay otros clubes que han preferido contratar a los mismos defensas centrales, aunque estén barrigones, calvos y convencidos del sistema 4-2-4, únicamente para evitar la goleada.

Curioso el mercado de pases en la política, en cuya cancha veremos jugadores pateando su propia pelota de trapo en busca del arco contrario, bajo cuyos tres palos estará el pueblo solitario. (O)