Todos los males le han caído encima al hospital del IESS en Cuenca, “José Carrasco Arteaga”.
Vale precisar: no son de ahora. Se han acumulado en el tiempo y, por consiguiente, se agravaron, siendo los afiliados los más perjudicados.
Un Observatorio Ciudadano, integrado por personas preocupadas por cuanto ocurre en ese dizque “hospital de especialidades”, revela su calamitosa situación, al margen incluso de la corrupción y la indolencia del sindicalismo, también corrupto.
Según informa el Observatorio, en 2015 terminó la vida útil de todos los equipamientos; hay un déficit de 300 profesionales, su infraestructura está casi colapsada, sobre todo los sistemas de agua potable, vapor, oxígeno medicinal, gas natural, eléctrico y de detección de incendios.
Le suman los problemas ocasionados por el centralismo, este método hasta colonialista con el cual, desde Quito se administran las entidades públicas “en provincias”, como así las encasilla la burocracia dorada de la capital.
Todo eso demuestra la nula gestión de los administradores del hospital; igual de los políticos enquistados en la dirección provincial del IESS; pero también del silencio de quienes, desde dentro, debieron elevar su voz de protesta y denunciar.
De vez en cuando algo se hacía público; pero todo quedaba en silencio o en investigaciones mañosas.
Mientras ganen sus sueldos, suculentos en la mayoría de casos, se sea parte del círculo de poder o se saque tajada de las irregularidades, nadie abre la boca, así los pacientes esperen o agonicen en el hospital, o sean derivados, a veces a propósito, a casas de salud privadas.
Esperar a tener “stock cero” para dar inicio a los procesos de compra de medicamentos e insumos, dejando a los enfermos a su suerte, es indignante y repudiable.
El Observatorio ha hecho su informe. ¿Y? ¿Y cuál será la respuesta de los responsables del IESS, comenzado por el presidente del Directorio? Viendo “agonizar” a un hospital, ¿no será necesaria reacción provincial?