Es una situación completamente gratificante abrir los ojos un día cualquiera y observar cómo un cuencano ha logrado posicionar su nombre como campeón olímpico en una disciplina deportiva. Si revisamos los medios de comunicación, redes sociales, noticieros, conversaciones triviales callejeras o pronunciamientos oficiales, comprenderemos que una novedad de esta naturaleza acaparó todos los espacios mencionados, llenándolos de color y máximo nacionalismo, y generando esperanza y buenos ejemplos tanto para nosotros como para las generaciones venideras.
Desde la natal Cuenca, nos unimos a todo el país y continente para enviar un abrazo de felicitación a nuestro querido atleta de élite que hoy escribió su nombre en la historia al consagrarse como el más grande deportista de marcha. Desde hoy y para siempre, el nombre de Daniel Pintado será recordado y reconocido como lo que es: un verdadero campeón.
Es difícil comprender todos los esfuerzos y sacrificios que ha realizado Daniel para lograr ubicarse en el sitial que hoy, bien merecido, ocupa. Escuchar sus declaraciones y comprender mínimamente lo que significa todo el tiempo de alejamiento de su familia, entre otros sacrificios, debería servirnos de ejemplo suficiente para enfrentar todas nuestras metas de vida que en algún momento nos trazamos.
Nos unimos una vez más y decimos a viva voz: ¡que viva el campeón! (O)