En Azuay existe un gran potencial hidroeléctrico y eólico cuyo aprovechamiento depende de inversión estatal y de decisión política.
Profesionales consultados por este diario dan cuenta de tres nuevos proyectos: el Soladados-Yanuncay, el multipropósito Agustina, y El Pimo, este último, eólico.
Su construcción le vendría bien al país en estos tiempos de escasez a causa de los prolongados estiajes y el desaprovechamiento de otras energías.
Soldados-Yanuncay es cuenta pendiente desde hacía varios años. Tiene financiamiento y diseños de las obras civiles, pero la oposición de un sector de las poblaciones rurales en cuyos territorios debe construirse lo tiene suspendido.
Han pasado varios años y son pocas las certezas sobre si algún día se hará la obra, útil no solo para dotar de energía eléctrica, también para regular el caudal del río Yanuncay y garantizar el suministro de agua a la planta potabilizadora del mismo nombre.
Han prevalecido los argumentos opositores como el de la reducción del agua en quebradas y en el río, posibles alteraciones climáticas, y el suministro de energía, en mayor cantidad, para proyectos mineros como Río Blanco, también suspendido.
Corresponde al Estado, a través de Elecaustro, retomar el proyecto, comenzando por consensuar con la oposición.
Siendo la carencia de energía un grave problema económico, es inconcebible irse en contra de una obra encaminada a ser parte de la solución.
El proyecto Agustina, ubicado en Girón, aportaría con 19.17 MW. Faltan las licencias ambientales y el permiso de funcionamiento. Ha sido adjudicado a una alianza público-privada, y su construcción tardará dos años y medio.
El proyecto eólico Pimo, localizado en las comunidades Pimo y Can Can, estaría a cargo de la CELEC EP, aportaría con 200 MW con una inversión de $ 225 millones, y ejecutarlo tomaría dos años.
Como se ve, si dichos proyectos se ejecutan, Azuay aportaría con más megavatios a los ya instalados en otras centrales hidroeléctricas.