No, bueno si, es decir también, pero no, finalmente no, me refiero a que faltan 7 para el uno por provincia; uno por provincia y hasta aquí son chullas.
¡No!, es decir si, también chullas en tanto vienen todos pareados (en binomio para ser más precisos), pero hablo de chullas quiteños, si se fija amigo lector, entre los 17 aspirantes al sillón de Carondelet no hay un candadito quiteño.
La oronda papeleta se lee de izquierda a derecha, así como los giros de varios de sus integrantes, unos que harán debut y despedida y de los que, con seguridad, nos olvidaremos antes de acordarnos (es decir que la campaña no nos alcanzará para saber que existen), otros que van por la segunda y otros ya se enfundan la tercera (candidatura y camiseta, respectivamente).
Partidos sin estructura, sin ideología, sin cuadros ni canteranos, con candidatos ajenos, fichajes de última hora; de 17 contemos entre 3 y 4 en carrera; y, un par más que se presentan como para no dejar que alguien llegue, chimbadores en el coloquial argot del barrio.
En estas condiciones, es complejo procurar un análisis del tablero donde, tanto ADN, cuanto la RC luchan por mantener el framing del relato que los pone en segunda vuelta; frente a dos o tres candidaturas que tratan de posicionar, en el imaginario, un discurso alternativo de un muy probable escenario de una segunda vuelta sin uno de los “preferiti” (o ¿por qué no, sin ninguno de ellos?); y, el resto de las demás, procurando, a río revuelto una alianza (ahora o para la segunda vuelta) que les garantice “alguito” con el próximo gobierno.
Triste lo que se dice triste es el tablero electoral; urgente, lo que se dice urgente, es repensar nuestro sistema electoral; imprescindible, lo que se dice imprescindible, es hacerlo después de renovar los consejeros del CNE; y, importante, lo que se dice importante, fundamental, esencial, primordial, básico es votar en lugar de botar, aunque sea solo esta vez… (O)