La actividad noble de la política de ser un aparejo para que la sociedad se afirme, se expanda y se beneficie, en los países subdesarrollado donde no existe ideologías como sistemas de ideas, de opiniones y de creencias, se vuelca únicamente a la ambición de poder y de dinero. Esto ha dado oportunidad para que asome el populismo disfrazado, con eslóganes de derechas o izquierdas para encumbrar a ególatras que, una vez en el trono, quieren inmortalizarse con las salvas de sus enardecidos devotos.
Hay periodizaciones de la historia que son como veleros en donde se anclan las sociedades en la esperanza de llegar a mejor puerto. Así pasa en la política ideológica: hay períodos en que nadie quiere llamarse de derechas, otras, en que muy pocos se consideran de izquierdas; mas, en todas las épocas hay posiciones políticas y hasta vitales que pueden considerarse de izquierdas o de derechas. No obstante, en ambas se ha infiltrado lo más desfavorable para la sociedad: el populismo, con mesiánicos que obnubilan a papanatas hasta la desquicies.
El hecho de que las fórmulas cambien y se pongan de actualidad, ora unos, ora otros, se debe a los vaivenes de la política y de sus líderes, así como de las coyunturas económicas y del contexto internacional. Pero también al desconcierto de las ideas que vendieron unos y otros al pueblo despojado, confusión que se debe a la ausencia de debate político abierto y decente, necesario en tiempos de anarquía ideológica.
Se sabe que desde la Asamblea Constituyente francesa me moteó a unos de derecha y a otros de derecha por su ubicación en el hemiciclo; pero, con perspectiva histórica habría que llamarles conformistas e inconformistas, respectivamente. En todo caso, es bueno conocer las clásicas actitudes ideológicas: conservadora, que tiende a conservar o restaurar las tradiciones y la progresista, que considera la usanza como perjudicial y pretende suplantar por otro innovador, inédito.
Así que la periodización no es más que el cansancio de uno o de otro y la habitual permuta. Lo curioso es que unas posiciones en cierta época fueron progresivas, en otro momento o lugar reaccionaria o revolucionaria, como puede indicar el pensamiento sobre los grades relatos, verbo y gracia, el feminismo, la ideología de género, el ambientalismo, la eutanasia, la eugenesia…; el mismo capitalismo era progresivo en el S. XVIII y hoy es conservador. Esto enseña a no juzgar el pasado con las medidas del presente, ni a otros países con la óptica del propio. (O)