La plazoleta con sus monumentos, las casas patrimoniales y los oficios artesanales. Eso hace del barrio El Vado un epicentro de la cultura de Cuenca.
Este populoso sector dejó de ser una “zona roja” para convertirse en un espacio de arte. Se emplaza en las cercanías del río Tomebamba. Ocupa un lugar privilegiado rodeado por otros barrios tradicionales.
Limita por el norte con el mercado 10 de Agosto y San Francisco, al sur con San Sebastián y Los Arupos, al oeste con San Roque, y al este con La Suelería.
El Vado destaca por unidad de los vecinos
Para los vecinos, su unidad más el apoyo de .las autoridades ha sido clave para transformar el barrio porque se han logrado recuperar bienes, impulsar espacios culturales y posesionar su imagen.
Hernán Alvarado, quien preside la Comisión de Cultura del lugar, asegura que la creación del comité barrial, hace más de 30 años, sirvió para que cambie la realidad del sector. Recuerda las mingas, las gestiones y los trámites para que exista un programa de recuperación.
“Somos un barrio tradicional, con costumbres propias del siglo pasado, pero que se mantienen”, acota Alvarado para referirse a los motivos por los cuáles sobresale este sector en el Centro Histórico.
La historia del barrio
En lo que respecta a la infraestructura, resalta en la plazoleta la Cruz de El Vado junto con el monumento al juego tradicional del palo encebado. Además de la Casa de la Lira donde anoche inició una exposición fotográfica -precisamente- de la historia, los personajes y leyendas del barrio.
Miriam Alvarado, otra vecina del sector, comenta sobre las leyendas como: “El farol de la viuda”, “Los gagones”, y “El cura sin cabeza”. Sobre esta última, explica que un sacerdote de San Roque acostumbraba a salir por las noches, cubriendo su cabeza con una túnica, para que nadie lo reconozca y visitar a una joven que residía por El Vado.
Oficios y artesanías
En la plaza y la calle La Condamine se ubican la mayor cantidad de talleres y locales artesanales. Se encuentran hojalaterías, sombrereras, peluquerías, panaderías, espacios para el alquiler de disfraces y la elaboración de instrumentos musicales hasta lugares de sanación espiritual.
Oswaldo Morocho elabora instrumentos musicales como la quena, entre otros con material que trae hasta de Perú. Para él, desarrollar su arte en El Vado es algo especial porque lo considera un “lugar mágico”.
Heidi Cevallos, quien tiene su espacio de sanación espiritual, comparte este mismo criterio sobre el barrio donde labora por algunos años.
En El Vado la meta es seguir fomentando la cultura para que no se pierdan las tradiciones. Hay varios proyectos en mente para alcanzar este propósito. -(I)
Fortalecer las acciones de seguridad
El barrio El Vado tiene necesidades para seguir fortaleciendo la seguridad. Los vecinos esperan por la colaboración de las autoridades competentes.
Hernán Alvarado, presidente de la Comisión de Cultura del barrio, pide a la Policía Nacional y la Guardia Ciudadana que incrementen los efectivos y patrullajes por prevención, pues es una zona de paso entre el Centro Histórico y la Universidad de Cuenca.
El control se debe enfocar en espacios como las escalinatas donde las personas acostumbran a consumir bebidas alcohólicas.
Por otro lado, se requiere de una cámara de videovigilancia y un sistema de iluminación para los monumentos de la Cruz de El Vado y el palo encebado, y el mural de la panadería. (I)
DETALLES
2 ocasiones ha ganado el barrio el concurso de Años Viejos aunque siempre ocupa los tres primeros lugares. Asimismo, tiene un campeonato y vicecampeonato en el Mundialito de los Pobres.
Según Hernán Alvarado, resulta complicado establecer la cifra de personas que viven en El Vado porque son varias familias que ocupan los inmuebles.
El área que, hace unos años servía como baterías higiénicas, se remodeló para convertirlo en un centro de oración. Los primeros miércoles de cada mes se celebran eucaristías.
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