Con el inicio del ciclo escolar, los padres de familia enfrentan una preocupación creciente: los precios exorbitantes de los útiles escolares. Más allá de la elevada carga económica, que ya es considerable, lo que realmente destaca es el monopolio de un único proveedor que controla la venta de libros esenciales, imponiendo precios desproporcionados y limitando las opciones disponibles y que son requeridos por varios centros educativos de la ciudad.
Esta situación refleja una clara falta de competencia y un abuso de poder. La imposibilidad de adquirir estos materiales en otros lugares y la falta de servicios en el punto de venta, como estacionamiento adecuado, exponen una práctica comercial que prioriza el lucro sobre el bienestar de las familias.
La educación debería ser un derecho accesible para todos, no una mercancía cuyo costo está dictado por un monopolio. Es necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto para fomentar la competencia y asegurar que los precios sean justos. La comunidad merece una solución que garantice un acceso equitativo a los recursos educativos, sin que la carga económica recaiga de manera desproporcionada sobre los hogares.
La comunidad merece un entorno donde el acceso a los recursos educativos sea equitativo y accesible. No podemos permitir que el costo se convierta en una barrera para la educación de nuestros hijos. Es momento de actuar con urgencia para corregir estas desigualdades y asegurar un futuro en el que la educación sea un derecho universal y no un privilegio condicionado por prácticas comerciales injustas. (O)