En las últimas dos semanas, la Asamblea nos ha dado muestras fehacientes de cómo, las viejas y viciosas mañoserías de la politiquería tradicional, no solamente que no han desaparecido, sino que se encuentran vivitas y coleando en los pasillos parlamentarios y, más aún, corregidas y aumentadas en ciertos casos. El juicio a la ministra Palencia revivió la “cofradía imposible” entre correístas y socialcristianos. Los primeros querían vengarse porque se había impedido la fuga de Glass hacia México, y Palencia había sido escogida como chivo expiatorio. La pérdida del juicio dejó a los correístas compungidos y malhumorados, mientras los de la 6 no se dieron ni por notificados. Eso sí, se apresuraron en “aclarar” que lo de la votación en contra de la ministra no había sido sino una “extraña coincidencia”.
Luego viene lo de la elección de primer vicepresidente de la Asamblea y el oleaje político vuelve a empujar a las dos bancadas del cuento, en el mismo sentido. El correísmo entrega sus votos al candidato de la 6 y éste es elegido, el flamante funcionario jura y rejura que no hay ningún pacto y que su designación obedece, asimismo, a una simple y llana coincidencia. Agregó, que el objetivo de la alianza es buscar la gobernabilidad del país (¡!)
Finalmente se da la votación para designar la terna que enviará el legislativo para dar paso a la renovación de los magistrados de la Corte Constitucional. ¡Oh, sorpresa!, los social cristianos votan a favor de que encabece la terna una ciudadana claramente identificada con el correísmo. ¡Que alhaja!, y así, de coincidencia en coincidencia se va tejiendo el futuro del país. Las alianzas políticas pueden salvar una nación, pero también pueden llevarla a la destrucción y la debacle, todo depende de sus fines. Si lo único que se persigue son las canonjías, el acomodo y el manejo perverso de las instituciones de control, estaremos caminando por la senda equivocada. Por el contrario, si enterramos las viejas prácticas y depuramos la clase política, podremos hallar un norte cercano. Y a lo mejor, las nuevas elecciones son la vía más idónea. (O)