El lenguaje no verbal es una parte integral de la comunicación humana que ha sido subestimada durante mucho tiempo; sin embargo, su importancia es crucial para la convivencia social y el desarrollo de relaciones saludables.
El lenguaje no verbal es una forma universal de comunicación que trasciende las barreras lingüísticas y culturales; es decir, independientemente de nuestra procedencia o idioma, podemos comunicarnos de manera efectiva a través de gestos, expresiones faciales y posturas.
El lenguaje no verbal es un reflejo de nuestra emocionalidad y de nuestras intenciones. El psicólogo Paul Ekman (1972) demostró que las expresiones faciales son universales y pueden revelar emociones como la felicidad, tristeza o enfado. Si somos conscientes del lenguaje que emitimos y del que recibimos, podremos entender mejor a los demás y responder de manera más adecuada.
La importancia del lenguaje no verbal también se refleja en su impacto en las relaciones interpersonales. Para la antropóloga Ray Birdwhistell (1970), el lenguaje no verbal es un sistema de comunicación que se aprende a través de la cultura y de la experiencia; por ello, al entender y practicar el lenguaje no verbal, podemos mejorar nuestra capacidad para establecer vínculos y mantener relaciones más saludables socialmente.
El lenguaje no verbal también es una herramienta fundamental para la resolución de conflictos. El psicólogo Daniel Goleman (1995), dijo que: «la inteligencia emocional se basa en la capacidad de reconocer y entender los mensajes no verbales». Al desarrollar esta habilidad, podemos evitar malentendidos y resolver conflictos de manera más efectiva. En conclusión, al entender y practicar el lenguaje no verbal, a través de nuestras interacciones con los demás podemos convertirnos en seres humanos más conscientes, empáticos y efectivos. (O)