Si concebimos al Derecho como la ciencia de organización jurídica del Estado y la Política como la ciencia y arte de gobernar, es indudable que la formación cívica es de importancia trascendental y por eso, el sistema educativo tiene la misión de formar la conciencia crítica de los ciudadanos, pues las relaciones sociales deben estar reguladas por normas de convivencia que hagan posible la sociedad jurídicamente organizada. En la costumbre y en la misma tradición cultural están las raíces del ejercicio del poder, público y privado, siendo el imperio de la Ley y el principio de legalidad, las premisas de obligatorio cumplimiento en el marco institucional del Estado de Derecho.
De lo puntualizado encontramos que Educación, Derecho y Política están íntimamente relacionadas.
Pensemos que la educación no es solamente la trasmisión de conocimientos, sino que con ello debe darse el proceso de formación integral de la personalidad cívica de los educandos en una necesaria simbiosis con la vida social a la que se debe aportar con entrega creativa. El Derecho o conjunto normativo de la sociedad, es el sistema institucional que debe cumplir la finalidad esencial de realizar la Justicia en el contexto de la dignidad humana como el patrimonio inalienable de cada persona lo cual implica que la Política debe ejercerse con pulcritud y eficacia.
En este contexto la corrupción, las dictaduras y las satrapías son los signos evidentes de la decadencia de las sociedades,
Hoy en día, cuando encontramos que la corrupción con sus actos violatorios del sistema normativo se infiltra con astucia premeditada, debemos emprender en la reflexión y denuncia de las inobservancias cometidas cuanto aportar con las soluciones necesarias a partir de la depuración con el rigor de la ley definiendo los procesos institucionales según las peculiares concepciones del deber ser de la Educación, del Derecho y de la Política. (O)