Algunos amigos me han preguntado, después de que pasara el verano, en que áreas se pueden sembrar especies nativas para reforestar las áreas quemadas y devastadas por el fuego. Les he dicho que los pajonales y bosques, con la lluvia, pronto crecen y recobran su vida y belleza. Al igual que la flora y la fauna, vuelven mágicamente a habitar esos lugares que se quemaron sin requerir de la acción humana. Por consiguiente, se puede hacer un bien mayor arborizando extensas zonas. Para tal virtud en el Azuay es necesario iniciar una campaña intensa para plantar árboles.
Todos los cuencanos y azuayos debemos mostrar una capacidad de arborizar las zonas urbanas y rurales para obtener luego todos los beneficios ambientales. Así lograremos más lluvias, un aire más puro y, desde luego, un mejor paisaje. Ellos absorben el CO₂ en la atmósfera y almacenan carbono en el suelo. Además, así se contribuye a la mitigación del cambio climático que es el principal propósito. La reforestación es una plantación masiva de árboles, que es lo que justamente debemos hacer.
El programa de arborización sirve para aumentar la cobertura arbórea en nuestra provincia, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de la población, ya que se busca mejorar las condiciones ambientales. Recordemos que un árbol puede vivir muchos años. Aquí en la provincia hay árboles que tienen más de cien años. Como dije, plantar árboles es muy importante para la biodiversidad de la tierra. El bosque es un lugar de una gran variedad de plantas y animales, incluyendo muchas especies en peligro de extinción. Plantar árboles ayuda a crear nuevos hábitats. (O)