Como un grito de desesperación e indignación se escuchan en los últimos días, en diversos sectores ciudadanos y redes sociales, la frase “devuelvan a los niños” y la frase “vivos los llevaron, vivos los queremos. Esto como respuesta a la desaparición forzada de los 4 niños del sector “Las Malvinas” de la ciudad de Guayaquil, y que tendría como presuntos responsables a 16 militares de la “Fuerza Aérea Ecuatoriana”.
Se trata de un hecho doloroso y de una grave violación a los derechos de las personas, en este caso de niños pobres y afroecuatorianos, que denotaría no sólo un uso ilegítimo de la fuerza (pues se habrían violado normas legales en su captura y detención), sino también un caso de aporofobia (discriminación al pobre) y racismo; situaciones que al parecer, según se ha denunciado, se estarían volviendo frecuentes en los denominados operativos que realiza la Fuerza Pública en contra de la delincuencia
Al respecto, el uso de la fuerza que detenta el Estado tiene que ser un uso legítimo, es decir, estar basado en lo que dice la Constitución y las leyes; de no ser así el uso de la fuerza para combatir a la delincuencia, por parte de policías y militares, se estaría convirtiendo en ilegítimo o arbitrario y, por ende, también en delictivo.
Lamentablemente, a raíz de la desaparición forzada de los 4 niños, estarían saliendo a la luz otros casos de uso ilegítimo de la fuerza por agentes del Estado, como detenciones arbitrarias, torturas e, incluso, ejecuciones extrajudiciales; cuestiones que podrían, en algún momento, configurarse como delitos de lesa humanidad, con las consiguientes implicaciones a nivel de la Justicia internacional.
Finalmente, hay que destacar que el caso de los 4 niños y de otras actuaciones ilegales en las que podrían estar involucrados militares, sería la consecuencia de la militarización creciente dispuesta por el Gobierno actual, en el marco de su decreto de “guerra interna”, que ha sido cuestionado por la propia Corte Constitucional; pues los militares no están preparados para ser policías y cuidar el orden interno, sino para combatir con enemigos externos; además de que el Presidente Noboa en algunas de sus declaraciones y acciones daría el mal ejemplo de no respetar la Constitución y las leyes. (O)