Imposible saber si los 16 presidenciables conocen, pero de verdad, la agónica situación financiera del IESS.
Como ofrecen soluciones para todo, tal si el Estado tuviera encaletados miles de millones de dólares, o tiene una máquina para hacerlos, lo del Instituto de Seguridad Social parece ni causarles cosquillas.
Casi todos escamotean las respuestas cuando son interrogados sobre cómo resolver los tremendos agujeros financieros, en cuyos fondos se hunden, desde hacía varios años, todos sus servicios para beneficio de los afiliados, cada vez menos; con aportantes, asimismo cada vez menos, en tanto crecen los jubilados, como crece la multimillonaria deuda del Estado a su favor, consecuencia directa de aportes no cancelados, en algunos casos por obligaciones impuestas a fuerza de leyes y reformas un tanto demagógicas. El etcétera es largo.
“El IESS es de los trabajadores, no del gobierno”; “El Estado tiene la obligación de pagarle la deuda al IESS, y yo asumiré ese compromiso”; “En mi gobierno crearemos 500 mil puestos de trabajo, con lo cual habrá más afiliados al IESS”; “En mi gobierno llegaremos a consensos para plantear reformas profundas, y ya veremos cuáles convienen”.
Como aquellas, abundan las muletillas de los candidatos sobre la cruda realidad del IESS.
Pero tampoco son abordados con conocimiento cabal de esa situación. Prima, entonces, la improvisación y el tanteo al momento de preguntarles, hasta de conminarles; y así, las entrevistas se vacían del todo.
Además, no se puede esperar mayor cosa si la campaña se libra en las redes sociales, en las cuales hay de todo, menos información confiable, peor debate, pero debate en serio; y sobre el IESS, ni se diga.
Solo un presidenciable, cuando menos plantea una propuesta algo radical: delegar la administración del IESS al sector privado. No implica privatizarlo, aclara.
Los demás, muletillas, proclamas, algún suero para aliviar al enfermo con respiración artificial.
