Una vez más, Azuay es declarada en emergencia por parte del Gobierno debido a la afectación de su sistema vial.
Fue una decisión de última hora; pero decisión al fin. Igual ocurrió con Loja. Horas antes lo hizo con Guayas, Los Ríos, Manabí, El Oro, Esmeraldas y Santa Elena. En estas provincias, además del impacto en las vías, hay inundaciones.
En el caso de Azuay, en las vías Cuenca-Girón-Pasaje y Cuenca-Molleturo-El Empalme, en especial la primera, las afectaciones son graves. Hay deslizamientos por doquier, y hasta el colapso total de un tramo de carretera, si bien este percance ocurrió tras fracasar un reservorio privado.
Esta bien la declaratoria de emergencia. Empero, si solo se trata de una proclamación para calmar los ánimos, como ocurrió en tiempos pasados, no surte mayor afecto.
Si no se destinan los recursos económicos suficientes para acometer las obras emergentes, contratadas bajo un régimen especial, el objetivo se diluye.
Experiencias como estas las tienen las provincias australes.
La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, durante la mañana de este martes, dispuso a los Gobiernos Provinciales y Municipales fortalecer, en el ámbito de sus competencias, su “capacidad de respuesta” ante las lluvias.
Como sugerencia está correcto; no por ello, demás. Si a eso se limitará la declaratoria de emergencia vial, será un sarcasmo.
Esas instituciones, como en el caso de Azuay, hacen lo suyo, y hasta en vías cuyas competencias no les corresponden.
Ojalá en el transcurso de las horas, el Gobierno precise cómo se traducirá la declaratoria en algo concreto, efectivo y operativo.
No deja de preocupar la decisión del MTOP de contratar una empresa de Santa Elena para reconstruir el tramo perdido en la Cuenca-Pasaje, sector Tarqui, como si en Azuay no las hubiera y conocen el medio, en el cual han trabajado. Un sin sentido. Veremos si, tal como lo ofreció, la reconstrucción está lista antes del Carnaval. Le quedan tres días.