Retorno

De vuelta al país. Me negué por algunos días a revisar los medios de comunicación y, por supuesto, las redes sociales. Sabía que debía hacerlo, ineludible tarea. Debía volver a los ritmos cotidianos, a la realidad, me guste o no, a la proliferación de narrativas con elevados niveles de fantasía que pretenden explicar el sinsentido en el que vivimos. Un nuevo periodo presidencial nada cambia, no hace más que consolidar en el poder a quien se ha dedicado a mercar con la Patria. Me negaba a pensar otra cosa que no sea nuestro espíritu acogedor, generoso y solidario; quería mirar la abundancia y generosidad de la tierra y la amorosa dedicación de los campesinos en sus chacras; no quería detenerme en la codicia minera y la barbarie que amenazan a nuestros cerros y ríos; me negaba a mirar otra cosa que no sea la creatividad y la resiliencia de su gente, sin embargo el dolor profundo de las familias de los ocho niños shuar y achuar muertos tras padecer por varios días, los niños del Guayas torturados y asesinados, de los jóvenes que han perdido su vida o se encuentran en cárceles o vinculados al crimen organizado duele, toca profundo y nos cuestiona. La tierra tiembla, se abre, las aguas buscan el curso natural que les fue arrebatado, las enfermedades proliferan, la violencia no se detiene; sin embargo, parece que el grito desesperado de la naturaleza no es suficiente y la conciencia se compra y se vende sin vergüenza. Las sombras han rebasado las luces de un país maravilloso. (O)

Lcda. Ana Abad

Periodista, editora y correctora de estilo; es parte del grupo editorial Quillca editores. Ha publicado investigaciones sobre cultura popular y artesanías. Es directora de contenidos del Portal Digital Voces Azuayas.

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