Olor a limpio

Jorge Durán Figueroa

Bienaventurados los que acudan del Banco del IESS. Ni bien ingresen a sus oficinas serán aromatizados con exóticas fragancias. Los mandamases de esta entidad quieren contratar una empresa aromatizadora experta en dar “una mejor experiencia a los clientes”.

Qué suerte la de esos suertudos. Es que cuando uno a va a un banco privado o cooperativa, huele de todo en las largas filas. A uno hasta le huelen de sospechoso. Ni bien entrar, un guardia que porta chaleco antibalas de cartón prensado, obliga a sacarse la boina, el sombrero o la gorra.

Como los burócratas del Biess han de madrugar a bañarse en agua de rosas producida en  manantiales del paraíso, se reniegan cuando atienden a clientes oliendo a axila de pordiosero, a uñero calcificado, a sudor de perro callejero, a gases atorados tras ingerir un emparedado de huevos; mejor dicho a cualquier otro olorcillo que les pongan más fruncidos de lo que andan, han optado por querer contratar una empresa que aromatice sus oficinas y las desinfecten.

Seguramente están llenas de ácaros y de otros bichos microscópicos que creen que portan los clientes repelentes que llegan a ese lugar, más limpio que los quirófanos o las ventanillas de un hospital del IESS, el Instituto donde son otros los olores impregnados, teniéndole podrido y maloliente.

Para tan extraña aromatización, el Biess ha destinado 220 mil dolaritos. 

Pero, para lo que no contaban, era que los malosos del SERCOP, donde tampoco no todo huele bien, piden cancelar el proceso. Qué también olerían.

Así que, si usted va a ese Banco vaya bien bañadito. Aunque sea porte esos ambientales que venden en las esquinas de los semáforos. Un dólar nomás cuestan. Dios no quiera que por su culpa, esa burocracia se contagie. Si es hasta vegetariana o vegana, precisamente para que su colon nunca huela mal.

Oigan, pero si hasta en la Regional Centro Sur han sabido perfumar las oficinas. En 2024 se han gastado 24.500 dolaritos. A qué sabrían oler. No ha de ser fusible quemado. No pues, sino a olores corpóreos de la gente. Así que queda advertida para que asista oliendo a aromas Yanbal.

Que en el Banco Central también hayan contratado aromatizadores no es de extrañarse, sabiendo lo que es la burocracia capitalina algodonada y endiosada.

Sería bueno que también aromaticen el Municipio cuencano. Es que huele a bilis. Una bilis con olor a zumo de mora fermentada.

Bienaventurados los oficinescos que no quieren oler a chusma. De ellos será el reino de Higía, la diosa de la limpieza y la sanidad. (O)

Lcdo. Jorge Durán

Periodista, especializado en Investigación exeditor general de Diario El Mercurio

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